jueves, 19 de julio de 2012

¿Es tóxica mi pasta de dientes?


Por: Andrea Perez
Desde alergias hasta cáncer o alteraciones en las hormonas y en el sistema reproductor. Muchos productos de uso frecuente en el hogar, como ambientadores, pinturas, artículos de limpieza o jabones, contienen sustancias químicas que pueden ser peligrosas para la salud y el medio ambiente. La mayoría de los usuarios no lo saben y se debe principalmente a que los usuarios no saben interpretar los símbolos de las etiquetas de los productos.

Sabias que, bajo ningún concepto, debes usar lejía y amoniaco de forma combinada, que si te lavas el pelo con un champú anticaspa con sulfuro de selenio puedes sufrir un cuadro de irritación o que los componentes de algunos cosméticos pueden alterar tu capacidad reproductiva? En el mercado existen miles de sustancias químicas diferentes, que se mezclan para formar millones de productos o preparados comerciales. Sin embargo, rara vez nos paramos a leer la composición de limpiadores, productos de higiene o insecticidas, en parte, porque la mayoría no entendemos absolutamente nada. Este motivo ha llevado a la Unión Europea a elaborar una legislación sobre sustancias químicas y los efectos que producen, el Reglamento Reach (Registro, Evaluación y Autorización de sustancias químicas), cuyos aspectos básicos se recogen en una guía que acaba de editar la Fundación Ecología y Desarrollo.
Las más peligrosas se conocen como sustancias químicas “extremadamente preocupantes”. Entre sus características principales, el manual destaca que son muy persistentes (no se descomponen con facilidad en el medio ambiente), tienen una alta toxicidad, pueden alterar los sistemas hormonales o los genes, pueden favorecer el desarrollo de tumores o son altamente tóxicas. “Muchos productos de uso frecuente en el hogar, como ambientadores, pinturas, artículos de limpieza, cosméticos, jabones o insecticidas domésticos, contienen algunas sustancias químicas peligrosas que, incluso aunque estén perfectamente integradas en los productos que las contienen, pueden liberarse a lo largo del tiempo como consecuencia del uso, originando daños en la salud de los usuarios”, indica el folleto.
Los efectos en la salud de las sustancias químicas peligrosas dependen de la vía de entrada (la nariz, la boca o la piel), del tiempo de exposición a las mismas, de la frecuencia de las exposiciones, de la sensibilidad y susceptibilidad de los usuarios, etc.
La guía también informa sobre las consecuencias que estas sustancias químicas producen sobre el medio ambiente. Entre esos efectos, destacan la toxicidad para los seres vivos y la capacidad de contaminar el agua, la atmósfera o el suelo. “En la mayoría de los casos, las sustancias se liberan al medio ambiente por vertidos (a través de desagües, tuberías, derrames o fugas), emisiones (por chimeneas, sistemas de extracción y ventilación, etc…), residuos (a través del depósito o vertido de restos de productos peligrosos, sus envases o cualquier material contaminado en vertederos, incineradoras, cementeras, etc…) o uso de los bienes producidos”, indica el manual.
Pero, ¿qué sustancias debemos evitar? La guía de la Fundación Ecología y Desarrollo recuerda que, aunque lo habitual es pensar que la mayoría de esos componentes peligrosos están en detergentes o desinfectantes, también se encuentran en los productos de aseo.
  • Champús. La guía recomienda evitar los que contienen formaldehído como conservante, puesto que esa sustancia es corrosiva al contacto con la piel y los ojos, y su inhalación puede provocar edema pulmonar. Además, existen serios indicios de que puede ser cancerígena. También los anticaspa a base de sulfuro de selenio son irritantes, y numerosas pruebas han demostrado su carcinogenicidad en animales.
  • Cosméticos. El fenol y el fenil son conservantes que se incluyen en algunos cosméticos. Los especialistas advierten , sin embargo, de que el primero puede afectar el sistema nervioso, el corazón, el hígado o el riñón.
  • Detergentes. El glutaraldehido es un gran desinfectante, pero resulta altamente irritante, sobre todo al contacto con la piel y el sistema respiratorio (puede causar dermatitis alérgica, asma, rinitis y conjuntivitis, entre otras patologías).
  • Pasta de dientes y desodorantes. Algunos dentífricos contienen triclosán, una sustancia que puede irritar los ojos y la piel. En los desodorantes, se recomienda evitar el clorhidrato de aluminio.
  • Lejía y amoniaco. Combinados, estos dos productos pueden contaminar el medio ambiente y destruyen las bacterias beneficiosas que descomponen las aguas residuales. Por ello, el manual recomienda no mezclarlos nunca.
  • Abrillantadores de suelo y muebles. La guía aconseja evitar el fenol, porque puede causar erupciones cutáneas. Su ingesta accidental, además, puede provocar convulsiones.
  • Ambientadores. El limoneno, que suele utilizarse en ambientadores, puede llegar a sensibilizar la piel si el contacto es prolongado. En este caso, también se deben evitar el naftaleno y , de nuevo , el fenol. Además, los amizcles sintéticos, que se utilizan para algunas fragancias, son capaces de interferir en el sistema hormonal de algunos peces y anfibios.

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