Enfrentar desde la ciencia los conceptos sobre los transgénicos propalados por la industria biotecnológica. Ese es el objetivo del libro “Transgénicos: Mitos y Verdades”, escrito por los expertos Michael Antoniou, Claire Robinson y John Fagan y que llega a Chile gracias a la traducción realizada por la periodista Lucía Sepúlveda.
El texto, que se lanzará este martes  a las 18:30 en el Café Literario del Parque Balmaceda, gracias al respaldo de Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile y la campaña Yo No Quiero Transgénicos,  apuesta por mostrar “con argumentos sólidos cómo la manipulación genética es muy diferente al mejoramiento natural, presenta riesgos específicos y además es tosca e imprecisa, por lo cual sus resultados son impredecibles”, detallan desde estas organizaciones.
Sepúlveda, periodista de la RAP-Chile y vocera de Yo No Quiero Transgénicos en Chile, adelantó a El Dínamo los aspectos más relevantes de un lanzamiento, que a su juicio, viene a llenar un vacío en la literatura sobre transgénicos y Organismo Genéticamente Modificados (OGM).
Explica que hoy en el país “no hay ninguna editorial con libros actualizados sobre transgénicos. Este texto fue lanzado en el Reino Unido en 2012 y esa es la versión que nosotros tradujimos. Abarca todos los aspectos más importantes que tienen que ver con los impactos en la salud y el medioambiente, así como la forma en que se aprueban en cada país los procesos para producir semillas o alimentos transgénicos”.
En este sentido, la experta señala que el material fue elaborado por científicos y no por personas ligadas a ONGs. “El background y el currículum de estos científicos es impresionante, ya que algo que siempre nos dicen, tanto el Gobierno como algunos sectores empresariales, es que nuestra visión es sesgada porque somos sociedad civil. Pero estamos al día con las últimas cuestiones científicas, hemos participado en cursos en universidades, en Noruega, en Perú, con los mejores experto, y este libro justamente refleja eso, una visión científica. Pero en un lenguaje que es accesible al público común“.
Dentro del texto se da cuenta sobre la situación que hoy se vive en Chile respecto de la cantidad de siembras y semilleros existentes: “Planteamos derechamente que lo que nosotros proponemos es una moratoria al tema, como una medida necesaria porque no hay información científica que pruebe que son inocuos estos cultivos”.
Sepúlveda, añade que el libro responde diversos “mitos” de la industria, como por ejemplo, el planteamiento de que comer alimentos transgénicos es seguro. “Cada tema es analizando y tiene una conclusión en base a la información científica disponible: por ejemplo, no hay estudios epidemiológicos que permitan afirmar que ‘nadie se ha enfermado por comer alimentos transgénicos’, como dicen los productores, como Monsanto”, detalla.
En otro apartado se refiere al herbicida glifosato (nombre comercial Roundup) de Monsanto, el más utilizado en el mundo y Chile, examinando los peligros que presenta para la salud. En los tres últimos capítulos se refiere a los impactos en el campo y el ambiente de los cultivos transgénicos; al cambio climático y el uso de la energía y al dilema planteado frente a la necesidad de que la agricultura pueda alimentar efectivamente al mundo.
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El lobby

En recientes declaraciones, el gerente general de Monsanto Chile, José Ignacio Salazar, afirmó que el proyecto de ley de UPOV 91, que el Gobierno busca ingresar tras el retiro de la cuestionada “Ley Monsanto” de marzo pasado, “no los afectará“. Para Lucía Sepúlveda está es una estrategia más del gigante de los transgénicos.
De hecho, plantea que el tema no es si los afecta o no los afecta, “el tema es que ellos hacen el lobby”. “Y el lobby mayor es el que hace ChileBIO, que está integrado por quienes tienen intereses económicos en los semilleros transgénicos, de los cuales Monsanto es uno de los principales junto con DuPont y Pioneer”, explica.
“Lo que esta ley les da, es una serie de garantías para que no exista lo que ellos llaman ‘biopiratería’ y que nosotros llamamos ‘lo normal’. Es decir, que la gente pueda reproducir sus semillas en el otro período, volver a cultivar con lo que cosechó y no tener que comprarle a la industria. La “ley Monsanto” lo que hace es salvaguardar totalmente los intereses de la industria, impidiendo que se use la semilla para un nuevo año”, comenta.
Respecto de las modificaciones introducidas al nuevo proyecto de ley, a cargo del equipo de ministro de Agricultura Carlos Furche, la vocera de Yo No Quiero Transgénicos manifiesta que el planteamiento de que los pequeños agricultores si van poder guardar semillas “no tiene ninguna importancia, ya que los cambios planteados por el Gobierno de verdad que no tienen relevancia pues conservan todo lo esencial de la ley, son solo algunas “migajitas” para que la gente no alegue tanto”.
A sus ojos “lo esencial sigue siendo promulgar el Convenio UPOV-91, que es lo que quiere Monsanto. Porque ellos producen transgénicos e híbridos”.