miércoles, 23 de abril de 2014

¿Sirve para frenar la obesidad aumentar el impuesto a las bebidas?

por Cecilia Yáñez - 08/04/2014 - 05:30

La evidencia científica apunta a que limitar el consumo de líquidos azucarados puede reducir los índices de sobrepeso, pero para ello, la tasa impositiva debe superar el 20%, que en el caso de Chile, no sobrepasará el 18%, con un aumento real de 5%. Expertos dudan del real impacto sanitario de la medida.




El proyecto de ley de reforma tributaria que está ya en el Congreso, incluye un aumento de 5% al impuesto de las bebidas azucaradas (que ya están gravadas en 13%). De acuerdo con la propuesta de gobierno, el aumento será para las bebidas analcohólicas (sin alcohol) que sean clasificadas por el Ministerio de Salud como bebidas “altas en azúcar” (sin especificar todavía cuáles).

Según Tito Pizarro, jefe de la División de Políticas Públicas, Saludables y Promoción del Ministerio de Salud, aún no está definido si se incorporarán o no los jugos en polvo azucarados, aunque el ministerio espera que la normativa se haga extensiva a todas las bebidas líquidas y concentradas.

La medida, además de recaudar más impuestos, pretende disminuir el consumo de estos productos en Chile, que de acuerdo con diferentes estudios, es uno de los más altos en el mundo.

La evidencia científica apunta a que el consumo excesivo de estas bebidas está relacionado con más obesidad, diabetes, hipertensión y muerte. Según un estudio de la U. de Harvard (EE.UU.), el consumo regular de bebidas con azúcar (gaseosas, jugos y energéticas) es responsable de la muerte de 180 mil personas al año en el mundo: 133.000 de ellas por diabetes; 44.000 por enfermedades cardiovasculares y otras 6.000 por cáncer. Es decir, una de cada 100 muertes en el mundo se debe a las bebidas azucaradas.

La explicación apunta a que el consumo de azúcar genera una mayor secreción de insulina (hormona que regula la cantidad de azúcar en las células del cuerpo), aumentando la formación de grasa abdominal, y con ello, el riesgo de diabetes y otras enfermedades.

Según Cecilia Albala, nutrióloga de la Academia Chilena de Medicina, para una persona que requiere 2.000 calorías diarias, “el máximo de consumo de azúcar agregada son 50 gramos (4 cucharaditas). Actualmente, los chilenos consumen hasta 100 gramos diarios de azúcar agregada”.

Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que para que la medida tenga un impacto en la obesidad y en las enfermedades cardiovasculares, el impuesto debe ser de al menos 20%. Además, dice que los recursos generados se destinen a problemas de salud y fomento de productos sustitutos más sanos (disponibilidad de agua potable, por ejemplo) y medidas adicionales que puedan potenciar su impacto.

Para el representante de la Organización Panamericana de la Salud en Chile (OPS), Roberto del Aguila, aunque el 5% extra ayudará a reducir el consumo, no necesariamente mejorará los índices de salud.

La U. de Oxford (Gran Bretaña) publicó un estudio en que estableció que un impuesto del 20% a las bebidas reduciría en 180.000 el número de adultos obesos en Gran Bretaña, y en 285.000 los que tienen sobrepeso.

En cambio, cuando el impuesto está bajo esa línea, los resultados parecen ser discretos. Una investigación de la Escuela de Salud Pública de la U. de Yale (EE.UU.), que analizó las tasas impositivas sobre estos productos en varios estados de EE.UU. -que en promedio es de 3%-, concluyó que el Indice de Masa Corporal (IMC) baja en promedio sólo 0,003 puntos por cada 1% de impuesto. “Nuestros resultados sugieren que las actuales tasas de tributación de refrescos en la mayoría de los Estados no son eficaces para modificar sustancialmente el consumo de los adultos”, escribió Jason M. Fletcher, autor del estudio.

Otros países

No son muchos los países que han implementado un aumento del impuesto a las bebidas como medida sanitaria. Noruega lo hizo en 1981, Samoa en 1984, Australia hace diez años, aunque con una tasa de 10% y no sólo en refrescos, sino también en dulces, galletas, entre otros.

En México, el impuesto fijado en enero pasado es de 8 centavos de dólar por cada litro de bebida (10%) y todo lo que se recaude será destinado a programas de salud y más bebederos de agua en colegios. Según los estudios que se presentaron durante la discusión de la ley, un aumento en el precio del refresco del 20% se asocia con una reducción del consumo del 26%.

En 2011, Francia también se unió al “impuesto al refresco” como medida para combatir la obesidad, pero la industria insiste en que la medida sólo busca recaudar mayores ingresos y no promover una alimentación sana entre la población. La medida aumentó entre tres y seis céntimos de euro por litro (con lo que esperan recaudar unos 120 millones de euros al año).

Similar opinión tiene Pelayo Bezanilla, director de Anber (Asociación Nacional de Bebidas). “Las bebidas analcohólicas aportan aproximadamente el 6% de las calorías que los chilenos consumen diariamente, de modo que reducir el problema de la obesidad sólo a las bebidas, es avanzar por el camino equivocado como medida sanitaria”, dice.

Bezanilla agrega no hay evidencia de que los impuestos constituyan una herramienta eficaz para reducir el consumo y la obesidad. “Hay consenso en que el consumo de los productos está influido por distintos factores, entre ellos la elasticidad del precio del bien en cuestión (cuánto está dispuesto a pagar el consumidor por un bien, hasta donde se altera o no sus patrones de compra). Por lo mismo, la reacción ante eventuales alzas de precio no puede darse por un hecho cierto”.

A la fecha, unos 20 países en el mundo han gravado con más impuestos las bebidas azucaradas. Colombia y Brasil, al igual que Chile, estudian sumar este impuesto. “Es un avance en el mundo las medidas de este tipo, cuyo aumento es del orden del 10%. En Chile estas bebidas ya tienen un 13% y ahora se sumaría un 5% más, para quedar en 18% de impuesto”, dice Pizarro.

Recaudación o salud

Pero Del Aguila dice que el espíritu de este tipo de impuestos es el mismo que el del tabaco: reducir el consumo. “La cantidad de bebidas con azúcar que se consume en Chile es del orden de los 116 litros por cada habitante al año. Esto representa 51 mil kilocalorías, un gran exceso si se considera que el consumo de calorías de una persona normal es de 2.500 calorías”, dice.

En México, recuerda, el proyecto de ley proponía un aumento de un 20%, pero tras la discusión quedó en 10%. “Hay que lograr que las bebidas con azúcar tengan el mismo sentido de hace 30 años cuando se tomaba solo el fin de semana, en poca cantidad y como premio o en una reunión familiar especial, pero no para hidratar como se hace ahora”.

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