España es un país peculiar. Somos gente paradójica, con una arraigada cultura de bar que tiene el “de qué se trata que me opongo” como emblema. Así, nuestra sociedad vive la crisis anclada en costumbres de la época de bonanza económica. Esta podría ser una de las explicaciones para que en un país con la tradición ciclista de España, cuna de grandes campeones ciclistas a nivel internacional, tengamos uno de los índices de uso de la bicicleta en entornos urbanos más bajos de Europa. El medio de transporte más económico, es de los menos usados en uno de los países más castigados por la recesión. Pero hay muchos más dudosos pretextos para no usar la bici. En esta tierra de folklore, donde la excusa es un deporte nacional, podemos encontrarlas a pares. Ahí van unas cuantas:
Hace fío, hace calor…
Siempre hay alguna excusa para dar rienda suelta a la pereza. España cuenta con uno de los climas más propicios del continente para moverse en bici. Podríamos estimar que de los 365 días del año, apenas 30 podrían ser no recomendables para circular en bici, bien sea por lluvia, nieve o alguna circunstancia climatológica particular. Aún así, pocas inclemencias te impiden circular en bici. Y si no, pregunten en Dinamarca, Holanda… Todo es cuestión de costumbres, y compromiso con el medioambiente.
Prejuicos sociales: ni hyppies ni hipsters
La bici siempre se ha visto sometida a absurdos clichés. Hasta que se puso de moda, hace no muchos años, ir en bici por la ciudad era de hyppies y “perroflautas”. Ahora, los que se mueven con su fixie o su bici eléctrica son unos hipsters o unas fashion victims. La realidad es que, además de ser el método de transporte más eficiente para moverse por una ciudad con problemas de tráfico, es una alternativa de lo más cool.
En Madrid, varios políticos se fotografiaron hace algunos meses yendo en bici a trabajar para dar ejemplo. Desde entonces, no se les ha vuelto a ver rodar a dos ruedas. En Bélgica es frecuente ver a algún diputado llegar en bici al congreso. Pero claro, esto en Bélgica no es noticia.
No puedo gastar tanto dinero
Comprarse una bici supone un desembolso, claro está. Pero existen posibilidades para todos los bolsillos, con un creciente mercado de segunda mano donde encontrar bicis desde 100€. La excusa del dinero viene más cuando la inversión pasa de los 1000€, caso por ejemplo de los pedelecs o bicicletas eléctricas. Sin embargo, estos vehículos te dan el servicio de un ciclomotor, con un consumo de apenas 1€ al mes de electricidad (circulando 20 km al día de media) y sin la obligación de pagar seguro, permiso de circulación, etc. Es decir, que con lo que se paga de gasolina y seguro durante 6 meses por una moto, ya se ha pagado una bici eléctrica. Y si aun así te cuesta, tienes la opción de financiarla con las cuotas que te resulten más cómodas. La bici en la ciudad es por tanto más una inversión que un gasto, y una de las mejores fórmulas de ahorro en movilidad. Pero si no lo tienes claro, nunca llegarás a hacer el esfuerzo.
¿Dónde la guardo?
Existen modelos de bicis plegables, incluso entre las eléctricas, que permiten reducir el espacio que ocupa la bici en pocos segundos para dejarla en la terraza, subirla en el ascensor o meterla en el maletero del coche. Incluso algunos parkings públicos de grandes ciudades permiten alojar bicis bajo vigilancia a precios muy económicos durante el día y la noche.
Necesito llegar a tiempo a los sitios
Seguimos manteniendo la falsa creencia de que porque un coche corre más, vamos a llegar antes. Totalmente falso. Varios estudios de movilidad demuestran que en trayectos de menos de 10 km en entornos urbanos, la bici es el transporte más rápido. Y si la bici es eléctrica, la diferencia llega a ser abrumadora. En bici no hay atascos, no se busca parking, y en definitiva se va de puerta a puerta desde el origen al destino de cualquier trayecto. En bici, ahorramos tiempo disfrutando del recorrido.
No estoy en forma
Una cosa es no estar en forma, y otra muy distinta necesitar Desde que se inventaron las bicis eléctricas, esta excusa dejó de tener sentido. El que escribe, que dejó de hacer deporte allá por el Mundial de Naranjito y encima tiene el mal hábito del tabaco, lleva años moviéndose en Yamimoto por Madrid sin asfixias. No llego sudando a ningún sitio, y se me ha quedado tipín. Ahórrense tiempo y dinero yendo a correr o al gimnasio.
Me da miedo circular por la calzada
Hace algunos meses, en un debate sobre movilidad en Radio Círculo, un representante de la asociación Bicienjambre comentaba con ironía: “Yo estoy convencido de que ningún conductor sale pensando en cuantos ciclistas va a atropellar hoy. Es un follón luego el papeleo.” Esto es así. Probablemente el conductor del automóvil tenga más miedo al atropello que el propio ciclista.
Está claro que en algunas ciudades falta algo de civismo y que las infraestructuras en carriles bici están aún a medias, pero esto no debe ser una excusa para renunciar a la bici. A mi hijo le daba pavor el agua, y ahora no hay quien le saque de la piscina. Afrontemos nuestros miedos. Todo es cuestión de respeto; si respetamos las señales, las normas de circulación, al resto de conductores y a los propios peatones, no deberíamos tener el mayor problema.
Estas son algunas excusas, pero hay tantas como nuestra mente quiera poner. La única realidad es que son barreras que le ponemos a nuestra salud, nuestro medioambiente y nuestra libertad.
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