La metrópolis estadounidense prohíbe los envases de poliestireno de un solo uso por la imposibilidad de reciclar las 30.000 toneladas anuales que genera
Nueva York ha decidido desterrar las bandejitas blancas que inundan en todo el mundo los estantes de los supermercados y los mostradores de los puestos de comida para llevar y, después, los contenedores de residuos o, peor aun, las calles y parques de las ciudades. Desde el 1 de julio, los productos de poliestireno de un solo uso quedarán prohibidos en la mayor urbe de los Estados Unidos.
El gobierno municipal que preside el alcalde Bill de Blasio ha tomado en consideración los estudios del Departamento de Sanidad de la ciudad que han calificado el poliestireno (EPS), en cualquiera de sus dos modalidades, el expandido o el extruido, como un residuo “tóxico” e imposible de reciclar. No se trata de la primera ciudad norteamericana que adopta esta decisión, pero si es la más poblada, y aquella en la que existe una mayor tradición de consumo de comida rápida y callejera. Se suma a un centenar de localidades, con Washington, Minneapolis, San Francisco, Oakland, Portland, Albany y Seattle entre ellas.
Washington, San Francisco, Seattle y Portland ya habían adoptado la medida
Entre los objetos de este material que no podrán venderse ni utilizarse en los comercios neoyorquinos están las tazas, cuencos, platos, recipientes de comida para llevar, cartones de huevos y las bandejas que suelen contener piezas de carne, pescado, verduras o fruta. Tampoco podrán utilizarse los rellenos de poliestireno empleados como material de embalaje, como los conocidos popularmente cacahuetes. La prohibición afectará a restaurantes, establecimientos de comida rápida, cafeterías, tiendas de delicatesen, cafés, colmados, supermercados y camiones y carritos expendedores callejeros.
El inmenso volumen de residuos que suponían estos envases, de cerca de 30.000 toneladas en 2014 (el 90% de ellos, tras un solo uso) y la imposibilidad de reciclarlos es, por encima de consideraciones sanitarias, el principal motivo que había impulsado la aprobación de la Ley Local 142 en diciembre de 2013.
Aunque numerosos estudios concluyen que el estireno puede trasladar algunos de sus componentes a los alimentos y se lo ha relacionado con posibles efectos carcinogénicos y alteraciones endocrinas, las autoridades sanitarias estadounidenses consideran que su presencia en la comida es 10.000 veces inferior a la que podría considerarse nociva para la salud. Así que las razones de la prohibición han sido fundamentalmente medioambientales y económicas.
La Ley 142 establecía que si el poliestireno no se podía reciclar, debería ser prohibido. Dado que se ha concluido que el material “no se puede reciclar en la planta de procesamiento establecida en la Terminal Marítima del Sur de Brooklyn de una manera que sea efectiva ambientalmente, económicamente viable y segura para los empleados”, la autoridad municipal ha resuelto finalmente erradicar este material de la ciudad.
Amenaza para los mares
La proliferación indiscriminada de envases de este tipo en el medio ambiente empezaba a ser un grave problema “para nuestros ríos y la línea de costa y, en última instancia, el océano Atlántico, con sus ricas pesquerías y vida marina”, recordó la directora de la Oficina de Sostenibilidad de la Alcaldía, Nilda Mesa, al anunciar la medida. Al fragmentarse en pedazos cada vez más pequeños, éstos son frecuentemente confundidos con alimento por especies marinas como peces o tortugas.
Otros motivos que han impulsado la medida son que los envases de este material suelen obstruir los sistemas de alcantarillado, o que su rotura o degradación en los contenedores durante el proceso de recogida de residuos produce la contaminación de la materia orgánica e imposibilita su reciclaje para hacer compost.
"Estos productos causan un daño medioambiental real y no tienen cabida en la ciudad de Nueva York. Tenemos mejores opciones, alternativas mejores, y si más ciudades en todo el país siguen nuestro ejemplo y adoptan prohibiciones similares, esas alternativas pronto serán más abundantes y baratas", manifestó el alcalde De Blasio. “Durante demasiado tiempo se ha presentado el poliestireno como una opción segura y económicamente viable para el envasado de alimentos. Ahora sabemos que es una gran amenaza para el medio ambiente”, argumenta el concejal Donovan Richards, presidente de la Comisión de Protección del Medio Ambiente de la ciudad.
La norma empezará a aplicarse el 1 de julio, pero no habrá sanciones hasta 2016
Nuevas bandejas compostables deberán sustituir a las de poliestireno. El Departamento de Medio Ambiente empezará a distribuirlas a partir del 1 de mayo, y desde el mes de septiembre, con el inicio del nuevo curso, todas las comidas en los centros escolares (que emplean nada menos que 830.000 bandejas diarias) deberán servirse en envases biodegradables.
Las organizaciones sin ánimo de lucro o las empresas pequeñas, con menos de medio millón de dólares de ingresos anuales (unos 443.000 euros), podrán solicitar a partir de marzo una exención temporal del cumplimiento de la norma si demuestran que la misma les puede causar excesivas complicaciones financieras. Durante los seis primeros meses de vigencia de la normativa, los infractores serán solamente apercibidos. A partir del 1 de enero de 2016, empezarán a imponerse sanciones económicas.
Mientras, su uso en España todavía es poco cuestionado. La Asociación Nacional de Poliestireno Expandido (ANAPE) mantiene en su web que “los productos de EPS cumplen con las exigencias sanitarias y de seguridad e higiene establecidas, con lo que pueden utilizarse con total seguridad en la fabricación de artículos de embalaje destinados al contacto alimenticio. El EPS no tiene ninguna influencia medioambiental perjudicial y no es peligroso para las aguas. Se pueden adjuntar a los residuos domésticos o bien ser incinerados”.
Y asegura tajantemente que el material es, desde un punto de vista técnico, “100% reciclable”. Daniel López, del área de Residuos de Ecologistas en Acción, replica que en España “es muy difícil conseguir datos reales de reciclado de plásticos y de envases en general y la ANAPE no da cifras, sino que se limita a justificar la posibilidad de un reciclado teórico”. La asociación empresarial ha elegido cuidadosamente sus palabras: que sea reciclable no quiere decir que esté siendo reciclado. No les saldría a cuenta a sus productores. Así que, al final, el resultado es el mismo. Más residuos.
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