'Granel', comercio en el centro de Bilbao con más de 300 productos a la venta.
Los comercios de venta a granel irrumpen con fuerza para reducir el despilfarro de comida y las insostenibles cifras de envases que genera la industria alimenticia
Por: MARÍA JOSÉ TOMÉ@MarijoTome
La irrupción de los supermercados y su filosofía del 'sírvase usted mismo lo más rápido que pueda' acabó con un modo de hacer la compra que nos retrotrae a nuestra infancia y a aquellas tiendas de ultramarinos que exhibían en grandes sacas sus mercancías a la venta (alubias, lentejas, garbanzos, especias...) y donde el tendero era casi uno más de la familia. Un modo de venta que ha ido poco a poco extinguiéndose mientras, en paralelo, se despersonalizaba la relación con el cliente y las grandes cadenas de distribución llevaban la dinámica de empaquetar los alimentos hasta límites absurdos, envasando lo mismo medio kilo de manzanas que una única magdalena y disparando los costes tanto para el consumidor como para el medio ambiente. Ante esta tendencia vuelve ahora con fuerza la contraria, avalada además por el concepto de consumo responsable y ecológico; la venta a granel regresa del fondo de nuestra memoria para recuperar su espacio en un mercado aún dominado por la locura del 'packaging'.
Tres son las razones principales que explican la aparición de comercios que recuperan esta tradicional manera de abastecerse que en la mayoría de los supermercados, queda restringida únicamente a frutas, verduras, carne y pescado, y cada vez menos: estos productos ya tienen también su espacio en las estanterías de autoservicio, convenientemente envasados en las archipresentes bandejas de poliestireno. En primer lugar, los expertos en tendencias de comercio apelan a razones de sostenibilidad y respeto al medio ambiente ante las inasumibles cifras de residuos que estamos generando. Un par de datos: cada español tira 50 kilos de envases al año y sólo en España se consumen cada año 10.500 millones de bolsas de plástico, de las que sólo se recicla el 11%. Cada una de las que no se recuperan puede tardar hasta mil años en degradarse.
Por otro lado, la demanda de los 'singles', personas solas con necesidades de envasado más reducidas que el tamaño estandar utilizado por la industria alimenticia, también ha impulsado la recuperación de la venta al peso. Y, en general, de las familias que ven como tienen que tirar a la basura comida que se les estropea por no haberla consumido a tiempo, un despilfarro indecente en estos tiempos de crisis. España es el sexto país de la UE que más alimentos arroja al contenedor, con 7,7 millones de toneladas al año.
'Granel', en el centro de Bilbao, vende hasta 300 variedades diferentes de productos.
A la sostenibilidad y el ahorro se une una tercera razón: la necesidad de consumir alimentos saludables y ecológicos, producidos con técnicas naturales y de comercio justo. Porque, de hecho, esta es una de las señas de identidad común a las tiendas a granel que estan proliferando últimamente, especialmente en Cataluña, donde se han convertido en una auténtica tendencia. A Euskadi comienzan a llegar tímidamente y ya se pueden encontrar algunos de estos comercios en sus capitales.
Compra 'inteligente'
Una de estas tiendas es 'Granel', un coqueto establecimiento que abrió sus puertas el pasado mes de mayo en la calle María Díaz de Haro, 19 y que pertenece, precisamente, a una franquicia catalana que ha irrumpido con fuerza en el mercado. Lo regentan Patxi García y Mari Paz Manzano y en él se pueden encontrar hasta 300 variedades diferentes de productos que podemos llevar a nuestras cocinas -desde cantidades a partir de 5 gramos- en envases de papel reciclado o de una especie de plástico biodegradable fabricado con fécula de patata o almidón de maíz. Porque, ¿qué pasa si no quiero medio kilo de avellanas? ¿O si sólo me hace falta una pizca de curry para cocinar?
"Fomentamos la compra inteligente porque coges sólo aquello que necesitas, puedes probar un poquito de cada cosa sin miedo a que no te guste y tengas que tirarla o porque se te estropee", responden sus responsables, que han tratado de trasladar el concepto de buffet libre a una tienda de comestibles que invita a practicar la 'slow shop': comprar con calma, curioseando lo que contiene cada vitrina, sin prisas... El cliente tiene a su disposición una variada despensa: desde cereales para el desayuno a legumbres, pastas, algas, semillas, dulces, harinas, arroces, especias, frutos secos, cafés, tes, huevos... Todos los productos son "ecológicos o de producción responsable, respetuoso y sostenible" y muchos de ellos son difíciles de encontrar en los supermercados convencionales: por ejemplo, en 'Granel' se puede comprar desde lenteja coral a azuki (una especie de alubia japonesa), pasta elaborada con quinoa o arroz, harina de espelta, jengibre azucarado, café verde, sal del Himalaya... Variedades muy apreciadas por los consumidores más caprichosos pero también por aquellas personas alérgicas a las materias primas empleadas mayoritariamente por la industria alimenticia, que cada vez son más.
"También aconsejamos sobre recetas y modos de preparación y además, una vez al mes hacemos talleres de cocina", explica Patxi, que se esfuerza por mantener una relación con sus clientela más allá del paso por caja. "Puede que la venta a granel nos suene a antiguo, pero es tremendamente útil", asegura.
Los comercios de venta a granel irrumpen con fuerza para reducir el despilfarro de comida y las insostenibles cifras de envases que genera la industria alimenticia
Por: MARÍA JOSÉ TOMÉ@MarijoTome
La irrupción de los supermercados y su filosofía del 'sírvase usted mismo lo más rápido que pueda' acabó con un modo de hacer la compra que nos retrotrae a nuestra infancia y a aquellas tiendas de ultramarinos que exhibían en grandes sacas sus mercancías a la venta (alubias, lentejas, garbanzos, especias...) y donde el tendero era casi uno más de la familia. Un modo de venta que ha ido poco a poco extinguiéndose mientras, en paralelo, se despersonalizaba la relación con el cliente y las grandes cadenas de distribución llevaban la dinámica de empaquetar los alimentos hasta límites absurdos, envasando lo mismo medio kilo de manzanas que una única magdalena y disparando los costes tanto para el consumidor como para el medio ambiente. Ante esta tendencia vuelve ahora con fuerza la contraria, avalada además por el concepto de consumo responsable y ecológico; la venta a granel regresa del fondo de nuestra memoria para recuperar su espacio en un mercado aún dominado por la locura del 'packaging'.
Tres son las razones principales que explican la aparición de comercios que recuperan esta tradicional manera de abastecerse que en la mayoría de los supermercados, queda restringida únicamente a frutas, verduras, carne y pescado, y cada vez menos: estos productos ya tienen también su espacio en las estanterías de autoservicio, convenientemente envasados en las archipresentes bandejas de poliestireno. En primer lugar, los expertos en tendencias de comercio apelan a razones de sostenibilidad y respeto al medio ambiente ante las inasumibles cifras de residuos que estamos generando. Un par de datos: cada español tira 50 kilos de envases al año y sólo en España se consumen cada año 10.500 millones de bolsas de plástico, de las que sólo se recicla el 11%. Cada una de las que no se recuperan puede tardar hasta mil años en degradarse.
Por otro lado, la demanda de los 'singles', personas solas con necesidades de envasado más reducidas que el tamaño estandar utilizado por la industria alimenticia, también ha impulsado la recuperación de la venta al peso. Y, en general, de las familias que ven como tienen que tirar a la basura comida que se les estropea por no haberla consumido a tiempo, un despilfarro indecente en estos tiempos de crisis. España es el sexto país de la UE que más alimentos arroja al contenedor, con 7,7 millones de toneladas al año.
'Granel', en el centro de Bilbao, vende hasta 300 variedades diferentes de productos.
A la sostenibilidad y el ahorro se une una tercera razón: la necesidad de consumir alimentos saludables y ecológicos, producidos con técnicas naturales y de comercio justo. Porque, de hecho, esta es una de las señas de identidad común a las tiendas a granel que estan proliferando últimamente, especialmente en Cataluña, donde se han convertido en una auténtica tendencia. A Euskadi comienzan a llegar tímidamente y ya se pueden encontrar algunos de estos comercios en sus capitales.
Compra 'inteligente'
Una de estas tiendas es 'Granel', un coqueto establecimiento que abrió sus puertas el pasado mes de mayo en la calle María Díaz de Haro, 19 y que pertenece, precisamente, a una franquicia catalana que ha irrumpido con fuerza en el mercado. Lo regentan Patxi García y Mari Paz Manzano y en él se pueden encontrar hasta 300 variedades diferentes de productos que podemos llevar a nuestras cocinas -desde cantidades a partir de 5 gramos- en envases de papel reciclado o de una especie de plástico biodegradable fabricado con fécula de patata o almidón de maíz. Porque, ¿qué pasa si no quiero medio kilo de avellanas? ¿O si sólo me hace falta una pizca de curry para cocinar?
"Fomentamos la compra inteligente porque coges sólo aquello que necesitas, puedes probar un poquito de cada cosa sin miedo a que no te guste y tengas que tirarla o porque se te estropee", responden sus responsables, que han tratado de trasladar el concepto de buffet libre a una tienda de comestibles que invita a practicar la 'slow shop': comprar con calma, curioseando lo que contiene cada vitrina, sin prisas... El cliente tiene a su disposición una variada despensa: desde cereales para el desayuno a legumbres, pastas, algas, semillas, dulces, harinas, arroces, especias, frutos secos, cafés, tes, huevos... Todos los productos son "ecológicos o de producción responsable, respetuoso y sostenible" y muchos de ellos son difíciles de encontrar en los supermercados convencionales: por ejemplo, en 'Granel' se puede comprar desde lenteja coral a azuki (una especie de alubia japonesa), pasta elaborada con quinoa o arroz, harina de espelta, jengibre azucarado, café verde, sal del Himalaya... Variedades muy apreciadas por los consumidores más caprichosos pero también por aquellas personas alérgicas a las materias primas empleadas mayoritariamente por la industria alimenticia, que cada vez son más.
"También aconsejamos sobre recetas y modos de preparación y además, una vez al mes hacemos talleres de cocina", explica Patxi, que se esfuerza por mantener una relación con sus clientela más allá del paso por caja. "Puede que la venta a granel nos suene a antiguo, pero es tremendamente útil", asegura.
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