Por: ecoosfera
La comida que consumimos diariamente no contiene solamente nutrientes. Conoce lo que las prácticas industriales de la industria alimentaria hacen en detrimento de tu salud.
Quien esto escribe es un ávido carnívoro. Me encanta la carne, de todos los animales y en todas sus presentaciones. Sin embargo soy consciente también de que las condiciones en que se produce mucha de la carne que consumo en mi vida cotidiana son menos que lamentables. La opción de volverse vegetariano resulta buena para mucha gente, y aunque en lo personal no puedo dejar aún el sabor de la carne de lado, documentales como Food Inc., Death on a Factory Farm y Fresh me han aportado, como pueden hacerlo para ti, una perspectiva realista sobre lo que llevamos a nuestra mesa diariamente.
Y es que la coartada de la desinformación o la disponibilidad de productos en los supermercados ya es insostenible: si consumimos carne, somos silenciosos cómplices del trato que muchas especies reciben en las fábricas de alimentos. Porque los animales, en nuestros días, no son tratados como tales, sino como materia prima dentro de un proceso de producción. Vean los documentales o busquen en Google “maltrato animal”, “cómo se hace el foie gras” o “pollos de KFC”. No querer saber es parte de lo que permite este maltrato.
Incluso si como yo eres un convencido omnívoro, al menos debes saber algunas cosas sobre lo que metes en tu cuerpo todos los días. Las imágenes de la granja idílica en los anuncios de publicidad son material histórico de otros tiempos. Las granjas de hoy en día se parecen más a fábricas donde el ganado es almacenado en pequeños compartimentos para ahorrar espacio, caminando, comiendo y respirando sobre pilas de orina y excremento.
La dieta primordial del ganado vacuno, al menos en Estados Unidos, proviene de granos genéticamente modificados con hormonas de crecimiento; aunque prohibidas en Europa, todavía son legales en América. Se calcula que entre el 70 y 80% de los antibióticos producidos son utilizados en animales de granja para prevenir enfermedades provocadas por la estimulación artificial del crecimiento. El problema con estos antibióticos es que exterminan también las bacterias benéficas en la leche y la carne, por ejemplo, lo que produce patógenos más resistentes a los medicamentos. Todo eso termina en nuestro refrigerador, y eventualmente en nuestro sistema digestivo.
Monsanto, el enemigo favorito de los ambientalistas, produce todavía la hormona de crecimiento bovino (rBGH, por sus siglas en inglés), la cual es inyectada en el ganado vacuno para forzarlas a producir más leche. La sustancia produce malformaciones en generaciones subsecuentes, además de malformaciones y la inclusión de pequeñas porciones de pus en la leche que bebemos.
El ganado se alimenta sobre todo de una combinación de maíz y soya, modificados genéticamente; en su cultivo se utilizan pesticidas a base de glifosato, sustancia altamente tóxica, especialmente de la marca Roundup, otro regalo de Monsanto para el mundo. Un problema entre otros de este pesticida es que eventualmente se queda en la tierra, produciendo nuevos patógenos, lo cuál eventualmente llega a la alimentación del ganado y también a nosotros.
Al menos en Estados Unidos, el congreso y la Secretaría de Agricultura están al tanto de esto. El profesor Don Huber, un científico con años de experiencia en la investigación de patógenos, envió una carta a la Secretaría de Agricultura con un informe detallado sobre cómo estos patógenos producen generaciones de ganado enfermizo, con alta mortandad y cada vez más estériles. Hubert pedía una moratoría (es decir, un cese en el uso) para sacar Roundup del mercado mientras nuevas investigaciones se realizan. Su carta fue ignorada.
En la mayoría de los supermercados los productos orgánicos (libres de pesticidas, además de producidos mediante prácticas menos invasivas y brutales para con el ganado) suelen costar mucho más que los productos normales. Si comprarlos no es económicamente viable, procura consumir los leche, vegetales y carne de productores locales, con lo que ayudarás a la economía de tu comunidad de origen además de mantenerte un poco más lejos de la amenaza de la comida producida en fábricas como estas.
[Waking Times]
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