miércoles, 23 de abril de 2014

Desenchufados

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El nuevo recibo de la luz y los cambios en las reglas de juego del sector eléctrico han generado una legión de ciudadanos cabreados
La insumisión energética avanza. Miles de españoles ya optan por compañías eléctricas alternativas o directamente se dan de baja
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1.800 euros pagaba al año Emilio Ballester en luz para su unifamiliar de 180 metros cuadrados en Murcia. Desde hace dos meses no recibe facturas porque se ha desenganchado de la red y es autosuficiente.

La entrada en vigor del nuevo recibo de la luz ha sido la última de la larga lista de transformaciones que han experimentado en unos pocos años las reglas de juego del sector eléctrico. Unos cambios que por su complejidad son difíciles de interpretar para la mayor parte de los consumidores, incapaces ya de por sí de descifrar algo tan elemental como la factura que llega a casa. El Gobierno ha asegurado que el nuevo recibo, que no veremos al menos hasta el verano -las compañías eléctricas tienen un margen de tres meses para adaptarse-, será más sencillo y también más barato.

La promesa del Ministerio de Industria ha sido acogida con reticencias por las asociaciones de consumidores, máxime después de la cadena de decepciones causadas por los últimos golpes de timón en el marco legal. Los inversores en energías renovables, muchos de ellos agricultores y jubilados que pusieron sus ahorros en huertos solares y parques eólicos a la vista de las ventajosas condiciones que ofrecían, han visto sus expectativas económicas bruscamente recortadas tras la rebaja de las primas y la introducción de nuevos impuestos. Los cambios han perjudicado también a quienes habían realizado pequeñas instalaciones de placas solares en su casa para autoabastecerse y ahorrar de esa forma en la factura de la luz. Hasta Bruselas ha amonestado recientemente a España por los recortes «retroactivos» que ha aplicado en las renovables.

Los descontentos por la orientación que ha adquirido la política energética del Gobierno, que penaliza el autoconsumo, una tendencia en auge en los países de nuestro entorno, son ya legión y algunos están tan indignados que lideran auténticas plataformas de insumisión. Hablamos con tres usuarios que han roto amarras con las compañías eléctricas convencionales y han optado por esquemas de abastecimiento energético alternativos.

Emilio Ballester (Murcia)

Movimiento Corta los Cables

"Nos quieren imponer la esclavitud energética"

Ballester es un profesor que descubrió las ventajas de la energía fotovoltaica, la generada por las placas solares, en el centro de Europa. Allí comprobó de primera mano que numerosas casas equipaban pequeños paneles en sus tejados para generar electricidad. "Tienen muchas menos horas de sol que nosotros, pero las aprovechan al máximo y logran importantes ahorros en calefacción". A su vuelta participó de forma activa en el desarrollo de la energía fotovoltaica a través de la presidencia de la Fundación Desarrollo Sostenible, una asociación que promueve proyectos de mejora medioambiental haciendo un énfasis especial en las renovables.

La cancelación a principios de año de las primas y la introducción del llamado peaje de respaldo, que penaliza la producción de energía en el hogar, le hicieron dar un salto adelante y convertirse en uno de los líderes de un movimiento que se llama Corta los Cables y que propugna, como su propio nombre indica, la ruptura con las compañías eléctricas. "Desde hace dos meses mi hogar está desconectado de la red eléctrica; la energía que necesito la genero mediante un sistema de autoabastecimiento que hemos desarrollado en colaboración con empresas de energías renovables". La instalación se llama AOSS, siglas en inglés de sistema de autosuficiencia eléctrica permanente, y consta de paneles solares, acumuladores, un generador suplementario y un sistema informático que lo gestiona todo de forma automática.

El equipo tiene un coste de unos 15.000 euros y se amortiza en unos ocho años. "A partir del noveno año la energía es gratis", dice Ballester, cuya organización no tiene ánimo de lucro. "Hay que dotar a la sociedad de herramientas que permitan salir de la actual situación de esclavitud energética en la que el Gobierno y las grandes compañías nos quieren situar, usando para ello la energía del sol, que es abundante, segura y barata", proclama. Los únicos requisitos para la instalación del AOSS son disponer de una superficie de 40 metros cuadrados en una terraza o un tejado para colocar las placas y de otros cuatro metros para montar la centralita, las baterías y el generador suplementario.

Javier Zardoya (Pamplona)

Cooperativa Som Energia

"Hay alternativas al oligopolio actual"

Javier Zardoya es una de las cabezas visibles en Navarra de Som Energia, una cooperativa que vio la luz en Girona hace cuatro años con el propósito de comercializar energía procedente en su integridad de renovables. La firma está llamada a ser un actor de peso en el esquema energético español que empieza a asomar por el horizonte. Ha captado casi 14.000 socios y ha puesto en marcha media docena de plantas de energías alternativas -paneles en el techo de pabellones industriales, la mayoría en Cataluña- para abastecer a sus clientes/socios. "La cooperativa surge desde la convicción de que existe una masa social suficiente para provocar un cambio del modelo eléctrico actual", explica el joven ingeniero navarro.

Son Energía no tiene fines lucrativos. Para acceder a la doble condición de cliente y socio basta con realizar una aportación de 100 euros destinada a financiar los proyectos de generación de electricidad. La cuantía del recibo apenas difiere de los del resto de eléctricas, ya que la cooperativa no tiene más remedio que utilizar la red existente y abonar un peaje por su uso. «Si cada uno de nosotros exige consumir energía verde en nuestros hogares, a la larga nos tendrán que escuchar», insiste Zardoya. Som Energía se publicita mediante el boca a boca y a través de charlas que dan sus socios. La cooperativa facilita a sus clientes unos kits con pequeñas placas fotovoltaicas para instalar en sus casas en una iniciativa que tiene más de gesto simbólico que de abastecimiento real. «Es para demostrar que hay alternativas al oligopolio actual, que si todos producimos un poquito de electricidad les arrebatamos algo de su poder».

José Vicente Barcia (Madrid)

Ecooo

"El kilovatio más barato es el que no se gasta"

José Vicente Barcia es uno de los promotores de Ecooo, otro de los protagonistas de la nueva trama energética que se avecina. La iniciativa promueve la generación de energía limpia -62 plantas fotovoltaicas que evitan la emisión de 1.914 toneladas de CO2 a la atmósfera, instaladas en Castilla La Mancha, Madrid, Andalucía, Extremadura y la Comunidad Valenciana-, pero sobre todo trata de concienciar a los ciudadanos de que es necesario dar pasos hacia un desarrollo más sostenible. Para ello ha puesto en marcha varias campañas que promueven la desobediencia solar, el autoconsumo o el ahorro y tiene un destacado protagonismo en las redes sociales. Barcia es además socio de Goiener, una cooperativa energética que se desenvuelve en el País Vasco, y cliente de Som Energia, que es la operadora que le suministra la electricidad en su hogar.

Barcia es muy crítico con el nuevo recibo de la luz, que hace que se incremente el peso de los costes fijos y disminuya el que tiene que ver con el consumo real de electricidad. "Esa es la peor de las políticas que se pueden aplicar porque desincentiva el ahorro energético". Dice que una de las mejores cosas que ha hecho en su afán por reducir costes es encargar una auditoría energética en su hogar. "Cuesta unos 160 euros, pero representa un ahorro real mucho mayor: te hacen una radiografía detallada de los consumos y te recomiendan medidas concretas para ahorrar. A raíz de la auditoría reduje la potencia que tenía contratada, de 5 kilovatios hora a 3,5, y solo con eso he logrado un gran ahorro porque el kilovatio más barato es el que no se gasta".

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