miércoles, 22 de enero de 2014

No hace falta ser ecologista, basta con hacer lo correcto

Por: diarioecología

Los problemas relacionados con el medio ambiente no son pocos, pero se solemos acordarnos de ellos sólo en ceremonias solemnes, donde se promete también solemnemente tomar algunas medidas. Es como si hubiera dos mundos paralelos, el de los ecologistas y sus escasos políticos simpatizantes y el del resto de la gente.

A este resto de la gente no le importa tratar con desdén a la naturaleza, talar los bosques o prenderles fuego, verter sustancias tóxicas a ríos y lagos y cazar animales por puro placer. El que entre en cualquier zona forestal pronto se dará cuenta de quién tiene la culpa de su lenta agonía. Montones de desperdicios y sitios destinados a barbacoas componen su imagen actual.

Lo único que de momento nos salva de la completa destrucción de la naturaleza es, la propia naturaleza que se niega a darse por vencida.

En las zonas del interior del país todavía se lucha por conservar la naturaleza, retener la memoria de la infancia, salvar un arbol o incluso algún arbusto especialmente querido. Y estos defensores de la naturaleza, activos, desinteresados y sinceros, son más numerosos de lo que parece. Pero su esfuerzo no da resultados aparentes.

Los que cortan el bacalao con distintas estructuras pseudo-ecologistas que van repartiendo certificados por “respeto al medio ambiente” a quien les haya abonado la cantidad necesaria. Al mismo tiempo, son los más fervientes defensores de las empresas que van destruyendo la naturaleza.


La ecología se va convirtiendo en un tema muy beneficioso desde el punto de vista de las relaciones públicas. Y es triste, porque la moda cambiará, pero el río contaminado lo seguirá siendo. ¿Acaso se encargará alguien de limpiarlo? ¿O se achacará a los inevitables efectos secundarios del avance económico del país? Lo que ocurre es que a este ritmo pronto no tendremos país. Todo habrá sido talado, contaminado, quemado y exterminado, para ser cubierto más tarde con una gruesa capa de basura.

No hay que hacerse ilusiones, creyendo que la naturaleza es eterna, ni siquiera nuestros hijos llegarán a disfrutarla si no paramos. No necesitamos que la ecología se ponga de moda, simplemente que nos dejen hacer lo necesario.

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