por Chee Yoke Ling
La campaña de promoción de cultivos modificados genéticamente de Monsanto ha sufrido algunos reveses.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, declaró en una reunión internacional a principios de mayo que prohibirá el cultivo de semillas modificadas genéticamente en su país. Esto podría significar la cancelación de un contrato con la empresa estadounidense Monsanto para plantar 200.000 hectáreas de soja modificada genéticamente en Venezuela. Al descubrir que se trataba de ese tipo de semillas, Chávez anunció: “Ordené ponerle fin al proyecto”.
El presidente fue advertido de las semillas modificadas por Vía Campesina, una red internacional de pequeños productores agrícolas y trabajadores rurales. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece la importancia de la soberanía y la seguridad alimentaria y, para respetar esos principios “no podemos confiar en transnacionales como Monsanto”, explicó Maximilien Arvelaiz, un asesor de Chávez. El ideal de una América Latina libre de transgénicos ha ido tomando cuerpo entre las organizaciones campesinas, de indígenas y las ONG desde fines de la década del 90. La contaminación de variedades tradicionales de maíz en México con plantas modificadas genéticamente fue una alarma general. Aunque México prohibió el cultivo de maíz transgénico, la importación del mismo de Estados Unidos destinado a forraje y alimentos terminó contaminando tierras en algunas zonas del país. Venezuela puede haber hecho bien en aprender de la experiencia de Argentina, donde el cultivo comercial generalizado de soja modificada genéticamente por Monsanto para lograr tolerancia al herbicida Roundup provocó una serie de problemas ambientales y malestar social. El nombre de Monsanto, el mayor promotor comercial de transgénicos del mundo, se asocia hoy a una cantidad de promesas rotas. Sin embargo, la empresa sigue funcionando con gran determinación. De modo que en mayo anunció la “postergación” de cualquier intento de introducir trigo Roundup Ready, pero advirtió que seguirá adelante con el plan de desarrollar nuevas variedades de trigo modificado genéticamente. El trigo Roundup Ready también fue modificado para resistir al herbicida de la propia empresa. En 2002, Monsanto solicitó permiso para plantar trigo modificado genéticamente, con fines comerciales, en Estados Unidos y Canadá. Pero en mayo, la transnacional anunció que no llevaría a cabo ese proyecto, en buena medida debido a la fuerte resistencia que opusieron agricultores, ambientalistas, consumidores y comerciantes de granos, preocupados porque no habría mercado para el trigo transgénico. Los productores de cereales de Canadá y la empresa que comercializa su producción, la Canada Wheat Board, fueron los principales opositores. Cerca de 90 por ciento de los clientes de la compañía habían dicho que no estaban dispuestos a comprar trigo transgénico. Se dijo que la firma declaró que el trigo Roundup Ready ofrece pocos beneficios agronómicos y puede destruir a los mejores mercados. El año pasado, Monsanto anunció que no trataría de comercializar el trigo Roundup Ready en Europa. Numerosos gobiernos europeos se muestran cada vez más preocupados respecto de la seguridad de las semillas y alimentos transgénicos. Existe cierta inquietud respecto de la posibilidad de que la atención se desvíe hacia los países en desarrollo, donde cada vez hay más presiones para que se apruebe la importación de semillas modificadas genéticamente para producir comida y forraje. Los gigantes del negocio agrícola, en particular Monsanto, están solicitando a los países en desarrollo que abran su mercado a la entrada de productos transgénicos. El gobierno de Estados Unidos está aumentando las presiones bilaterales a través de los departamentos de Comercio y de Estado, a medida que la biotecnología se convierte en centro de la política comercial y exterior. Los acuerdos bilaterales de comercio encabezados por Estados Unidos parecen el último instrumento ideado para lograr que se abran los mercados y las tierras del mundo en desarrollo. Por ahora, las tecnologías de modificación genética tienen un historial cargado de problemas e, incluso, fracasos. La decisión del presidente venezolano ha sido valiente. Los demás países en desarrollo deberían apoyar este tipo de decisiones y optar por la senda libre de transgénicos. -------------- Chee Yoke Ling coordina el programa ambiental de la Red del Tercer Mundo. |
jueves, 28 de febrero de 2013
Más contratiempos para Monsanto
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario