“Estaba cansado de ver botellas tiradas en el piso del patio del colegio y les dije a los chicos: Ya que estamos en Construcciones, tenemos que fabricar algo con las botellas . Así surgió la idea de hacer el ladrillo”, cuenta Víctor Avella, profesor del Taller de Construcciones en la Escuela Técnica N° 34. Hacer realidad la idea de fabricar ladrillos con tiritas de botellas, arena y cemento tomó todo un año, pero finalmente se concretó gracias a la creatividad de estudiantes y profesores.
El proyecto tenía dos metas: una ambiental, al darle un nuevo uso a las botellas de plástico, y otra social, destinada a ofrecer una alternativa económica y confiable a quienes desean construir su casa y tienen pocos medios. Pero además, el ladrillo creado por los chicos de la Escuela Técnica N° 34 Ingeniero Enrique Martín Hermitte, de Chacarita, supera en varios aspectos al ladrillo común, según las pruebas que le realizaron en el Instituto Sábato, que depende de la Universidad de San Martín y la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Un ejemplo: el ladrillo “ecológico” demostró una resistencia cercana a los 7.000 kilos por centímetro cuadrado, mientras el común resistió apenas 2.000 kilos. Además, los exámenes sonoros e hidráulicos revelaron que los ladrillos no dejan pasar los ruidos y absorben muy poca agua. “En la prueba de resistencia al fuego, al tener pedazos de plástico pensábamos que sería combustible, pero no se prende fuego, no produce humo y es totalmente aislante. El ladrillo común, en cambio, se puso al rojo vivo”, repasa Víctor.
Otras de las ventajas es el costo, hasta 4 veces menor que el ladrillo común, ya que con un metro de arena y una bolsa de cemento, más las tiras de las botellas, se pueden tener 1.000 unidades. “Está apuntado para que lo puedan hacer personas de bajos recursos porque el molde es un cajón de madera sencillo en donde se vuelca la mezcla y se fragua al sol, en cambio el ladrillo común es de barro y hay que hornearlo”, explica Horacio Fernández, profesor y jefe de Taller.
“Me pareció un proyecto moderno relacionado con lo social y lo ecológico.
Además me atrajo el hecho de trabajar con mis compañeros e investigar en equipo ”, cuenta Matías Gesto, uno de los alumnos del último año que participaron en el proyecto. A otra estudiante, Cecilia Avella, le interesó la fabricación de ladrillos por el reciclado y la aplicación. “El aparato –una matriz– utilizado para cortar las tiritas de plástico de las botellas se creó en la escuela, pero también se pueden cortar con tijeras: lo puede hacer cualquiera”, aclara Cecilia.
El ladrillo ganó el primer puesto en un concurso del Instituto Sábato en el que compitieron 300 escuelas. Con las botellas sobrantes, los estudiantes y profes de la Escuela N° 34 crearon un calefón solar a base de plástico reciclable.
Clarín
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