por Drai Cabello
En la lista de animales con mala reputación probablemente los tiburones estén entre los primeros lugares, pero… ¿Es realmente merecida la fama que le hemos atribuido a estos peces?. Probablemente la película de los años setenta dirigida por Spielberg que mostraba un muy persistente y sobredimensionado tiburón haya contribuido en algo con esa imagen de despiadada fiera come hombres que hoy ostentan. Sin embargo, los ataques sensacionalistas y recurrentes parecieran ser más una cosa de Hollywood, ya que por año ocurren unos cincuenta ataques de tiburón a personas, la mayoría de ellos en condiciones propiciadas por los humanos y de los cuales menos de quince resultan letales. El miedo irracional a los tiburones, sumado a prácticas de pesca insostenibles y la falta de regulación, han desencadenado una dramática disminución en las poblaciones de escualos en todo el mundo. De hecho, hay datos que apuntan que en los últimos 30 años estas han disminuido hasta en un 70%.
Se estima que cada año mueren entre 50 y 100 millones de tiburones solo por sus aletas, esto para la preparación de la sopa de aleta de tiburón, un plato popular en algunos países asiáticos al que se le atribuyen injustificadamente propiedades afrodisíacas, así como a casi cualquier especie en peligro. El aleteo es una práctica en la que se cortan las aletas de los tiburones capturados y luego son devueltos al mar aún con vida, donde mueren en pocos minutos. Esto representa un golpe importante a las poblaciones tiburones, es una práctica insostenible donde se desperdicia una gran cantidad de alimento y afecta a los ecosistemas marinos.
Los tiburones, al igual que las rayas son peces cartilaginosos, esto quiere decir que poseen un esqueleto de cartílago o blando, algo parecido a la estructura que da forma a nuestra nariz; y no uno óseo, o mejor dicho con espinas, como los peces que conocemos.
Un depredador tope como el tiburón cumple un rol muy importante en los ecosistemas donde está presente, ya que controla las poblaciones de otras especies de las cuales se alimenta y que pudieran impactar de forma significativa si sus números aumentan notablemente al no estar reguladas por un depredador, lo que podría comprometer no solo la salud del ecosistema, sino también los recursos pesqueros que suelen servir de alimento para los humanos.
El ecoturismo se ha perfilado como una alternativa sustentable para las especies y ecosistemas amenazados y en el caso de los tiburones, es una realidad muy tangible. En Bahamas, donde se aprovechan recursos como el buceo con tiburones en el mar y grandes acuarios temáticos, se estima que un tiburón puede generar ganancias cercanas a los 250 $, mientras que ese mismo tiburón puede venderse en un mercado hasta por 50 $. Esto sin duda deja bien claro que los tiburones valen mucho más vivos que muertos.
En junio de 2012, Venezuela promulga la regulación de la actividad de pesca de tiburones prohibiendo el aleteo, fijando la cuota máxima de cinco tiburones capturados por embarcación residente y prohibiendo además la pesca de escualos en los Archipiélagos Los Roques y Aves. Esto representa un buen punto de partida para la protección de estas especies, sin embargo, todavía falta mucho camino por recorrer para lograr acciones efectivas a su favor. Es necesario favorecer la investigación científica sobre las poblaciones de tiburones en nuestras aguas para fortalecer el trabajo realizado por investigadores como el Biólogo Rafael Tavares, quien ha dedicado su vida al estudio de estos peces. Esto nos permitirá contar con información sobre las especies y como se da el aprovechamiento de las mismas, para ofrecer datos certeros a quienes tienen la responsabilidad de tomar las decisiones que permitan establecer mecanismos sustentables y fiscalizados de pesca de tiburones en Venezuela, garantizando la salud de los ecosistemas marinos y el almuerzo de una buena parte de los ciudadanos de nuestro país.
Drai Cabello
Asoc. Civil para la Conservación de la Biodiversidad Venezolana – ConBiVe.
d.cabello@conbive.org / @ConBiVe / @DraiCabello.
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