martes, 19 de marzo de 2013

Algunos métodos de cultivo


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Lo primero es aprovechar todo lo que ves en la tierra: hierbas, piedras, maderas, etc. No tires nada, selecciónalo y busca un lugar donde guardarlo para después poder utilizarlo. Decide dónde hacer un rincón, si es posible cerca de un muro, donde vas a amontonar todo el material orgánico: éste lugar es donde harás el compostaje.
Si la hierba en el terreno es muy alta no puedes pasar el motocultor ya que se enredarán las hierbas. Si el terreno es pequeño, puedes cortar la hierba o arrancarla y después arar con una azada o, si el terreno es grande, con un tractor.
En el último caso tienes que esperar a cultivar ya que las hierbas, que tan beneficiosas son aportando muchos de los nutrientes a la tierra, deben de descomponerse antes de poder preparar la tierra y empezar a sembrar.
La hierbas cortadas las depositas en el compostero o las amontonas en un lugar que no molesten para usarlas como acolchado.
Una vez limpio el terreno de hierbas, retiras con una carretilla o capazo las piedras de tamaño mediano y grandes, amontonándolas en un lugar que no molesten. Estas piedras también te pueden ser útiles en los caminos del huerto o para delimitar ciertas zonas de plantas medicinales.
Si dentro del terreno hay algún frutal o arbusto o planta perenne como rosal, romero o lavanda, pódalos y no dejes ramas bajas o que estorben.
Parcela básica
Vamos a describir lo que se podría considerar una parcela básica, que podemos ir repitiendo cuantas veces te interese o sea posible. La experiencia sugiere que para el huerto pequeño el mejor sistema de preparación del suelo y de cultivo es el llamado de bancal profundo, también llamado biointensivo.
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“pasillos” a los lados. Hay que procurar no pisar nunca la tierra del bancal, así se evitará su compactado, permitiendo que se mantenga mullida, aireada y esponjosa, reteniendo con ello mejor la humedad y facilitando el desarrollo radicular de los cultivos.
La longitud de los bancales es irrelevante, aunque si son muy largos puede dificultar el dar la vuelta a la hora de trabajar ambos lados del bancal.
Los cultivos en bancal profundo se complementan con abonados y con acolchados de materia orgánica. Una vez al año se realiza un abonado de fondo con abundante compost o estiércol descompuesto y se cava de nuevo todo el bancal. Para ello resulta muy recomendable el uso de una horca reforzada. Esta te permite mullir, airear e incorporar la materia orgánica sin invertir los perfiles del suelo o voltear la tierra, aparte de que requiere mucho menos esfuerzo que el tradicional azadón o la pala.
La separación entre bancales tiene que ser lo suficientemente ancha como para andar por ella y acceder cómodamente a los bancales e incluso para poder circular con la carretilla (unos 50 cm). La tierra de los pasillos, que es tierra fértil, se cava y se apila sobre los bancales. Cuando rastrillamos la tierra de los bancales podemos depositar las piedras que nos salgan en el fondo de los pasillos, lo cual facilitará en drenaje del agua en las épocas de lluvia y evitará embarcarnos los pies o los zapatos cuando el suelo esté húmedo.
Después de haber hecho los bancales se instala el riego con los habituales sistemas de regadera, manguera o aspersión, aunque lo ideal es instalar un sistema de riego por goteo, por resultar más eficiente y práctico.
Acolchado
Es un sistema rentable para mantener la humedad en la huerta. Consiste en cubrir la base de las plantas con paja o hierbas secas, de tal manera que las regadas duran mucho más que si la tierra está expuesta al sol. Este sistema tiene muchas ventajas: se disminuye la cantidad de agua para regar al minimizar la evaporación, se reduce al mínimo el crecimiento de plantas no deseadas, el sol no endurece la capa superior de la tierra, protege las bacterias de la radiación solar y el acolchado sirve como abono al desintegrarse. Aquí puedes ver más detalles
La influencia de las lunas en los océanos (marea alta y baja), en la agricultura (podas de árboles, siembra, recolecciones, etc.) e incluso en el estado de ánimo de nosotros mismos, es hoy en día un fenómeno indiscutible.
En la agricultura ancestral, la observación del sol, la luna y otros astros eran prácticas habituales. Esta observación, junto con la experiencia, son el origen de la sabiduría popular trasmitida de generación en generación y que en la práctica actual se ha ido perdiendo. La agricultura biodinámica trata de recobrar esta antigua conexión existente entre las energías del cielo y de la tierra. Para ello puedes encontrar en el mercado calendarios lunares que te orientarán sobre los mejores momentos para la realización de las diversas labores del huerto, dependiendo de las fases lunares, aspectos planetarios, etc.
Luna llena: Es el período más propicio para cosechar, sacar el estiércol de los corrales, voltear el compost, cortar caña, o sembrar plantas de fruto.
Luna menguante: No sólo es el mejor momento para continuar las actividades iniciadas en luna llena, sino que también es el momento más propicio para sembrar raíces y tubérculos, tales como rábanos, remolachas o patatas.
Luna nueva: No es una etapa muy propicia para actividades que no sean la eliminación de hierbas no deseadas.
Luna creciente: Es la responsable de la estimulación de las plantas de gran crecimiento vegetativo, abonos verdes, etc., además de ser muy propicia para la fertilidad, por lo que resulta el mejor momento para sembrar todas las plantas que crecen en altura y dan frutos, como tomates, guisantes y judías.
Como regla general, es recomendable realizar la siembra de todas las plantas en luna creciente, (preferentemente dos o tres días antes de luna llena) a excepción de aquellas que puedan subir a flor prematuramente, como es el caso de las lechugas, que deberán sembrarse en fase de luna menguante.
En vísperas de cualquier solsticio, ya sea el de verano (21 ó 22 de junio) o el de invierno (21 ó 22 de diciembre), las especies que se planten van a resultar muy sensibles a la subida a flor.
La luna y el estiércolSiempre se removerá en luna llena o en cuarto menguante para conseguir que quede con una mejor textura. Si se remueve en luna nueva o en cuarto creciente se consigue el efecto contrario.
Asociaciones
Decimos que una asociación de diversas plantas es favorable, cuando al cultivarlas juntas o muy cercanas unas de otras se protegen y se benefician mutuamente en su crecimiento.
Este tipo de asociaciones se conoce y practica desde antiguo. Un ejemplo es el cultivo combinado de judías, maíz y calabazas, utilizado ya en América en la época precolombina, donde las plantas de judías quedan enramadas en las matas de maíz.
La presencia de una buena variedad de flores en el huerto, atraerá a insectos y abejas, que polinizarán y aumentarán la cosecha.
Las ventajas de la práctica de la asociación de cultivos son importantes, llegando incluso a incrementar el rendimiento entre un 50% y un 100% e incluso más.
Además, no sólo reduce sensiblemente los ataques de parásitos , sino que el uso de tierra, suelo y agua se optimiza al combinar plantas de raíces de crecimiento horizontal, con otras que hunden sus raíces a bastante profundidad; plantas rastreras, con otras que crecen a lo alto; plantas a las que les afecta el sol, con otras que lo buscan y les proporcionan sombra.
Pero no hay que olvidar, que al igual que existen asociaciones favorables, también existen las desfavorables. Un ejemplo es la salvia, que debe plantarse alejada del huerto horticultor, puesto que inhibe el desarrollo de numerosas hortalizas.
También hay que decir que una asociación puede resultar muy buena en una región y no serlo en otra, por lo que lo mejor es dejarse guiar por la observación y la propia experiencia.

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