lunes, 11 de marzo de 2013

La neuroestimulación beneficia tempranamente a los pacientes con Parkinson


Estimular el núcleo subtalámico antes en lugar de esperar mejora significativamente la funcionalidad de las personas con Parkinson, según publica un equipo de Alemania y Francia en New England Journal of Medicine.
"La neuroestimulación sería una opción terapéutica en un estadío más temprano que el que recomiendan las guías", asegura el equipo del doctor Gunther Deuschl, de la Universidad Christian-Albrechts, Kiel, Alemania. "Realmente, estamos modificando la enfermedad", dijo a Reuters Health por vía telefónica.
La neuroestimulación suele reservarse para los últimos estadios del Parkinson, después de 11-13 años de tratamientos farmacológicos.
"Aun así, para muchos de esos pacientes, el control de las complicaciones motoras sería demasiado tardío. La aparición de síntomas como el deterioro cognitivo, que no responden al tratamiento, contrarresta los efectos positivos de la mejoría de la función motora", explicó en un editorial la doctora Caroline Tanner, de la Facultad de Medicina de Stanford University.
El tratamiento utilizado incluyó el implante de un generador de pulsos y de un electrodo permanente de Medtronic en el núcleo subtalámico. Las evaluaciones a ciego se realizaron con videos grabados al inicio del estudio y a los 24 meses. A los 5 y 12 meses se realizaron otras evaluaciones.
En el Cuestionario del Mal de Parkinson de 100 puntos, una escala en la que un valor mayor revela una menor funcionalidad, los 124 voluntarios tratados con neuroestimulación junto con la terapia médica convencional alcanzaron una reducción de sus resultados de 7,8 puntos.
En tanto, en los 127 pacientes tratados sólo de manera convencional, los resultados aumentaron 0,2 puntos, lo que se traduce en un agravamiento de la enfermedad del 1 por ciento (p=0,002).
Los pacientes neuroestimulados "estaban mejor, más funcionales y con una mayor calidad de vida", con una mejoría del 26 por ciento en dos años, resumió Deuschl. "El efecto máximo se logró a los cinco meses y se mantuvo estable durante 24 meses", precisó el equipo.
La neuroestimulación también mejoró el rendimiento en los tests de capacidad para hacer las actividades cotidianas, la discapacidad motora y las complicaciones motoras por el uso de levodopa (p<0,001).
Las únicas áreas que no mejoraron significativamente fueron la comunicación y el apoyo social.
El uso de medicamentos se redujo un 39 por ciento con la neuroestimulación, pero aumentó un 21 por ciento con el tratamiento convencional únicamente (p=0,001). Un 17,7 por ciento de los pacientes con los implantes desarrolló por lo menos un efecto adverso asociado con los dispositivos o la cirugía.
De todos modos, los efectos adversos fueron más comunes con la terapia convencional (29,9 versus 19,4 por ciento con la neuroestimulación). Se registraron tres suicidios, incluidos dos en el grupo neuroestimulado, aunque la tasa de depresión fue similar en ambos grupos.
"Este ensayo clínico no sugiere que la neuroestimulación estaría asociada con un mayor aumento del riesgo de suicidio que la terapia convencional", señala el estudio.
En cambio, nuestra hipótesis es que la decisión de utilizar eventualmente la neuroestimulación incluiría a un subgrupo específico de pacientes más vulnerables a la conducta suicida que la población general", explicaron los autores.
La cirugía para implantar los dispositivos cuesta unos 27.000 euros o 36.000 dólares, pero "se obtiene un 50 por ciento de reducción de los costos de los medicamentos -dijo Deuschl-. Se la considera realmente una intervención de costo efectivo".
El médico consideró saludable que los médicos sean escépticos de los resultados.
"Tienen que comprobarlo por sí mismos. Pero no tengo duda de que cuando observen la mejoría real que la estimulación cerebral profunda produce en esos pacientes, se la ofrecerán a muchos más pacientes", señaló.
Tanner advirtió que no se podrían generalizar los resultados porque el grupo estudiado era atípico. "Todos tenían 60 años o menos al momento de la cirugía, tenían un buen estado de salud general, no tenían demencia y respondían bien al desafío con levodopa", enumeró.
"Muy pocos pacientes con Parkinson reúnen esos criterios: sólo el 11 por ciento de los casos se diagnostica antes de los 60 años y alrededor de un 30 por ciento tiene demencia", dijo Tanner, y añadió que la tasa de suicidio es preocupante.
"Dado que el riesgo de suicidio duraría varios años después de la cirugía, sería indispensable un monitoreo cuidadoso y sostenido", dijo Tanner.
El doctor Frances Weaver, de la Escuela Stritch de Medicina de Loyola University, Chicago, y que no participó del estudio, señaló por e-mail una limitación del estudio: buscó un único blanco para la estimulación cerebral profunda (ECP).
Otro estudio había demostrado que "la ECP en el globus pallidum (GPi) es tan efectiva como en el núcleo subtalámico para mejorar la funcionalidad motora y la calidad de vida en las personas con Parkinson más avanzado. Se desconoce si una intervención más temprana dirigida al GPi daría los mismos o mejores resultados". (notasdesalud2006@yahoo.com.ar)


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