viernes, 13 de junio de 2014

Exposición temprana a los animales domésticos, a la suciedad y gérmenes es bueno para los bebés


Los bebés que están expuestos a la caspa de los animales, los alergenos de cucarachas, y los gérmenes del hogar durante el primer año parecen tener menos riesgos de alergia y asma, un nuevo estudio lo demuestra.


Probablemente estás familiarizado con la hipótesis de la higiene: Los niños que crecen libre de gérmenes, ambientes demasiado limpios desarrollan sistemas inmunes hipersensibles. Trabajos anteriores han demostrado que los niños que crecen en las granjas, con la exposición regular a los microbios en el suelo, tienen tasas más bajas de alergia y asma. Otros estudios, sin embargo, encontraron un mayor riesgo entre los niños de la ciudad que están expuestos a altos niveles de cucarachas y ratones alérgenos. Así que, ¿qué pasa?

Un estudio de la Urban Environment and Childhood Asthma (Medio Ambiente Urbano y Asma Infantil) examinaron una cohorte de nacimiento de 560 niños con alto riesgo de asma en Baltimore, Boston, Nueva York y St. Louis en tres años. Ellos midieron la exposición al alérgeno y el contenido bacteriano de polvo de la casa, y monitorearon las alergias y sibilancias de los bebés para utilizando exámenes físicos, de sangre y de piel.

El equipo de investigadores que buscaron a través de estos datos, encuentra que los niños que crecieron en su primer año en hogares con excrementos de cucarachas y caspa de gato y ratón, tienen menores tasas de sibilancias a los tres años, en comparación con los bebés que fueron no expuestos a estos alérgenos. Por otra parte, exponiéndolos a los tres alérgenos redujo el riesgo más que exponiéndolos sólo a uno o dos.

Alrededor del 40 por ciento de los niños sin alrgias y sin sibilancia, crecieron en hogares con mayores niveles de alérgenos y la más rica colección de especies bacterianas. Por el contrario, sólo el 8 por ciento de los niños que sufrían de los a dos síntomas, habían estado expuestos a esas sustancias similares durante su primer año. Sibilancias, en particular, fue tres veces más común entre los niños que crecen sin la exposición.

El efecto protector, sin embargo, desaparece si los niños las encuentran después de su primer año. "El momento de la exposición inicial puede ser crucial", dijo Robert Wood, del Centro Infantil Johns Hopkins, dice en un comunicado de prensa. "No sólo son formadas muchas de nuestras respuestas inmunes en el primer año de vida, pero también ciertas bacterias y alérgenos que juegan un papel importante en la estimulación y el entrenamiento del sistema inmune para comportarse de cierta manera."

El trabajo fue publicado en el Journal of Allergy and Clinical Immunology semana pasada.

Investigación y traducción al español: equipo de Vida Lúcida
Toda la traducción con derechos reservados.
Fuente en inglés: iflscience.com

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