viernes, 24 de octubre de 2014

Bolsas que se transforman en oportunidades. Soliria Menegatti

¿Cómo se pueden vincular una de las etnias más numerosas de Venezuela y las bolsas plásticas? La respuesta está en la capacidad de su tejido y la innovación en el uso de los materiales.
Según los registros antropológicos el pueblo warao sería el primero en llegar a territorio venezolano. La fecha exacta no se conoce, el rango es tan amplio que podría oscilar entre 10.000 y 30.000 a.C.
Junto, a los arawakos, caribes y otras etnias, formaban parte de los habitantes (los escritores de la época los mencionaron como gentío) que vivía en las costas de Venezuela e islas del Caribe cuando llegó Colón, que fue estimado en más de 80 millones.
Hoy, los warao son la segunda etnia con mayor número de habitantes de Venezuela. La mayoría de los warao viven en los estados Delta Amacuro, Sucre y Monagas, siendo el primero donde está su mayor población, unos 41.543, de los cuales 36.234 viven en espacios rurales, específicamente en los caños que se derivan de la desembocadura del Río Orinoco. No por gusto el vocablo warao significa “hombre de agua” o “gente de curiara”.
Una de las mayores habilidades de los warao, especialmente de las mujeres, ha sido su tejido. Fibras de tirite, moriche y más recientemente bora, constituyen los insumos para su artesanía actual.
Combinado con su modo de vida ancestral, y a medida que los warao han incorporado a su economía el uso del dinero, también lo han hecho con los alimentos que comen los criollos o jotarao. Han sumado carbohidratos y azúcares; lamentablemente, muy pocos vegetales y frutas.
Además de los daños a su salud, esta nueva forma de comer está generando una gran cantidad de desechos sólidos, incluyendo bolsas de todo tipo, que pululan por las comunidades sin ninguna propuesta de solución.
La basura, ¿un arte?
Conscientes de la problemática generada por las bolsas plásticas y de las capacidades artísticas, Fundación Tierra Viva se propuso, junto a mujeres artesanas warao con quienes trabaja desde el año 2010, convertir las bolsas plásticas en una obra de arte.
Fue así como surgieron las carteras, bolsos y cestas de algo que denominamos Reciclarte. Todo comienza por recolectar todo tipo de bolsa, especialmente si es resistente, como las de harina, granos, arroz, pero sin descartar las bolsas plásticas tradicionales. . Entre risas, las artesanas warao han confesado que usan hasta los envoltorios de las toallas sanitarias.
Una fibra vistosa y resistente
Las bolsas se limpian, se cortan en tiritas delgadas, y se utilizan para tejer, combinadas con las fibras tradicionales de moriche y bora, utilizando las técnicas de tejido con telar manual, para el caso de los bolsos y carteras, o el tejido directo con dedos y pies. Lo interesante, es que esta nueva fibra es vistosa y gratuita. Además de contribuir a resolver el problema de las bolsas plásticas, también ayuda a la sustentabilidad de las otras fibras vegetales como el moriche y el tirite.
¿El resultado? Unas piezas policromáticas que serían la envidia de los maestros Jesús Soto o Carlos Cruz Diez.
Por supuesto, no es la solución completa a un problema que involucra a muchas comunidades, y muchos otros desechos, como por ejemplo, latas de aluminio y botellas plásticas. No obstante, estamos seguros que este ejemplo puede multiplicarse y llegar a otras artesanas, que pronto aprenderán cómo las bolsas plásticas vacías se pueden convertir en piezas hermosas que se venden, logrando transformar la basura en una oportunidad de ingresos para sus familias.

Puedes ver ejemplos de este trabajo en el siguiente enlace

Sabías que:
En Venezuela existen 52 pueblos indígenas, de los cuales el warao ocupa el segundo lugar por número de habitantes, con una población aproximada de 48.771, después de los wayúu/goajiros con 413.437. La representación en número de habitantes de las otras etnias es menor, hasta el punto que la etnia Supé y Tunebo reportaron sólo 9 miembros.

Soliria Menegatti

Gerente de Proyectos Especiales

Fundación Tierra Viva

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