martes, 21 de octubre de 2014

La rebelión de los ciclistas molestos

Por: Natxo Medina, viernes 17 de octubre de 2014



La cultura de la bici se afianza poco a poco en las ciudades. Y sin embargo, los coches siguen siendo los amos de la carretera. ¿Cómo no iban a serlo con el volumen que ocupan con sus armazones de acero? Recientemente, un grupo de ciclistas letones celebró el International Freecar Day en Riga haciendo que todos nos fijáramos precisamente en eso: en cuánto espacio consume un coche con respecto a una bicicleta. Y los enormes desequilibrios urbanos que eso genera.

Porque es cierto que cada vez más es frecuente ver carriles especiales para bicis en muchos centros urbanos, así como tiendas especializadas. De hecho, el año pasado, las ventas de bicicletas superaron en España a las de coches por primera vez en la historia: es una fiebre que ha contagiado incluso al sector turístico, que en ciudades como Barcelona se ha apuntado al carro eco-fiendly con pasión.

Y sin embargo, el espacio urbano sigue estando en gran medida pensado para el uso del coche y muchos conductores no acaban de entender qué significa realmente la lucha entre distintas culturas del transporte. Un coche es una gran masa consumidora de recursos. Una bicicleta sin embargo es un vehículo compacto que ni contamina ni entorpece el ritmo urbano. Y que también lleva personas encima.

Con sus carcasas de bambú, los ciclistas lituanos recordaron al mundo que ir en bicicleta no es sólo un capricho. Y que cuando hablamos de tráfico urbano, también hablamos del papel que cada uno de nosotros juega en él, no siempre de lo que hacen los demás.






Un armazón con forma de coche para recordar a los conductores todo el espacio que consumen.

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