Publicado el 7 noviembre, 2013 por marisela
Oscar Misle y Marisela Valero, foto Héctor Luna
Este fin de semana nos encontramos en el Circuito Unión Radio con el psicólogo Oscar Misle, Director de CECODAP y promotor de muchas iniciativas a favor de los niños, niñas y adolescentes.
Sábado 2:30 y 9:30 pm y 10:30 am, por 90.3 FM, www.unionradio.net y canal 980 de Directv.
Estaremos conversando sobre la resiliencia, un tema apasionante, especialmente en estos tiempos en que todo el Planeta se mueve entre incertidumbres y crisis, que confrontan al ser humano diariamente sometiéndolo a altos niveles de ansiedad y depende de nuestra capacidad de resiliencia el que salgamos adelante e incluso fortalecidos de esas experiencias.
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La resiliencia es una noción utilizada originariamente en física para designar la resistencia de un material al choque. En ecología, toma un sentido diferente: en su acepción tradicional, mide el tiempo de retorno al equilibrio de un luego de una perturbación. Después de los años 1970, su definición cambió mucho. En la actualidad, lo que se admite comúnmente fue formulado por Holling (1973), quien define la resiliencia como la capacidad de un sistema para poder integrar en su funcionamiento una perturbación, sin cambiar sin embargo de estructura cualitativa.
Oscar Misle nos habla de la resiliencia enfocada en los seres humanos, según la psicología positiva, la resiliencia es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. La resiliencia se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud mental y parece una realidad confirmada por el testimonio de muchísimas personas que, aún habiendo vivido una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados
La definición tradicional de la resiliencia en ecología reposa sobre la idea de un en equilibrio estable cuyo comportamiento es previsible, y en esta acepción, la resiliencia se torna equivalente a la noción de estabilidad de un sistema alrededor de un punto de equilibrio. La acepción reciente de la resiliencia se basa en la idea de que, luego de una perturbación, el sistema no está marcado por un retorno al equilibrio, expresión de un comportamiento de resistencia, sino que, por el contrario, reacciona frecuentemente de una manera positiva, creativa, gracias a múltiples cambios y reajustes. La resiliencia es la propiedad de un sistema que, al adaptar su estructura al cambio, conserva no obstante al menos la misma trayectoria después de una perturbación
Uno de los principales objetivos del análisis ecosistémico es la predicción de respuestas del sistema al manejo, a la contaminación y a otras formas de disturbio, basado en la interacción de las partes componentes del sistema. En función del tipo de respuesta del sistema a un disturbio externo, se manejan tres términos generales: resiliencia, resistencia y estabilidad (Aber y Melillo, 1991)
Como término técnico, la idea de resiliencia se originó en el campo de la Ecología (Holling, 1973). Actualmente este concepto es utilizado en una gran variedad de trabajos interdisciplinarios concernientes con las interrelaciones entre sociedad y naturaleza.
Gunderson y Holling (2001, en Carpenter et al 2001) definen resiliencia como “la capacidad de un sistema a estar sometido a un disturbio y mantener sus funciones y controles”.
Por otro lado, Pimm (1984, en Carpenter et al 2001) la define como “la habilidad del sistema de resistir un disturbio y la proporción con la cual regresa al equilibrio anterior al disturbio”.
La resiliencia presenta tres propiedades básicas:
a) La cantidad de cambio que el sistema puede soportar (e implícitamente, por lo tanto, la cantidad de fuerza extrínseca que el sistema puede sostener) y aún permanecer en el mismo dominio (es decir retener el mismo control sobre las funciones y la estructura).
b) El grado al cual el sistema es capaz de auto-organizarse (versus falta de organización u organización forzada por factores externos).
c) El grado al cual el sistema puede construir su capacidad de aprender y adaptarse.
La capacidad adaptativa es un componente de la resiliencia que refleja el aspecto de aprendizaje del comportamiento del sistema en respuesta al disturbio. A diferencia de la sustentabilidad, la resiliencia puede ser deseable o indeseable (Carpenter et al. 2001)
Las medidas cuantitativas de la resiliencia deben especificar la escala temporal, espacial y social en la cual están insertas.
Se distinguen tres tipos de resiliencias: Resiliencia ecológica, resiliencia de ingeniería, Resiliencia social
Resiliencia biológica
1. Resiliencia ecológica, “cantidad de cambio que un sistema puede soportar y aún mantener el mismo estado o dominio de atracción, ser capaz de auto-organizarse y poder adaptarse a las condiciones cambiantes” (Carpenter et al. 2001).
2. Resiliencia de ingeniería, “una medida de la proporción a la cual el sistema se acerca a un estado estable después de una perturbación, también medido como el inverso del tiempo de regreso” (Folke et al. 2002). Holling (1996, en Folke et al. 2002) hace la aclaración que este tipo de resiliencia constituye la medida menos apropiada en ecosistemas y otros sistemas que presentan múltiples estados estables.
3. Resiliencia social, “habilidad de las comunidades humanas de aguantar choques externos o perturbaciones a su infraestructura, como la variabilidad ambiental o social y sublevaciones económicas o políticas y reponerse de estas perturbaciones (Adger, 2000).
Maickel Melamed, venezolano ejemplo de resiliencia a toda prueba.
La vulnerabilidad es el concepto opuesto a la resiliencia: cuando un sistema social o ecológico pierde resiliencia se vuelve vulnerable al cambio que previamente podría absorber. En un sistema resiliente, un cambio tiene el potencial de crear oportunidad para el desarrollo o innovaciones. En un sistema vulnerable, incluso los cambios más pequeños son devastadores.
Así, un ecosistema resiliente puede contener grupos funcionales con varias especies que llevan a cabo funciones similares, pero responden de manera diferente a los cambios ambientales.
En áreas alteradas donde se ha reducido la biodiversidad, favoreciendo los monocultivos, la capacidad de los ecosistemas de mantener a la sociedad con bienes y servicios se vuelve más vulnerable a disturbios y cambios ambientales, sociales y políticos.
Fuente principal: http://www.ine.gob.mx/glosario
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