No existen evidencias científicas que demuestren que los alimentos transgénicos son seguros para la salud humana. Los únicos estudios que supuestamente prueban la seguridad de estos alimentos son realizados por las propias multinacionales que quieren ponerlos en el mercado.
Tampoco se conocen los efectos a largo plazo para la salud del consumo de OMG en pequeña cantidad y de forma continua, aunque las investigaciones independientes con animales hacen pensar que no son inocuos.
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, encargada de dar un aval desde el punto de vista de la salud a los OMG en Europa, tan solo revisa los informes entregados por las empresas que los quieren comercializar. Además, su independencia está en entredicho: muchos de sus miembros pasan de la Agencia a puestos de altos cargos en la industria de los transgénicos o realizan su labor de supervisión mientras pertenecen a agencias de lobby.
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