Más de la mitad de los fosfatos presentes en nuestros ríos y embalses proceden de los detergentes. Los fosfatos tienen un agudo impacto ambiental, hacen que proliferen las algas en nuestras aguas de manera incontrolada. Cuando estas mueren, las bacterias emplean en su descomposición gran cantidad de oxígeno disuelto en el agua. Este oxígeno es imprescindible para la vida acuática que, por consiguiente, se extingue.
Lee la etiqueta de tu detergente con atención. Generalmente pone la cantidad de fósforo “en forma de fosfatos”, pero éste no es el contenido real de fosfatos, para calcularlo hay que multiplicar esa cantidad por 3. Así, un 8% de fósforo equivale a un 24% de fosfatos.
Los fosfatos no son imprescindibles y no te aseguran una mejor limpieza de tu ropa. En varios estados de EE.UU su uso está prohibido y en otros restringido.
- Usa menos detergente. Los fabricantes siempre recomiendan una cantidad superior a la realmente necesaria.
- Compra un detergente bajo en fosfatos, o mejor aún, libre de fosfatos. En general, los detergentes LÍQUIDOS no llevan fosfatos.
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