El agua es uno de los recursos más importantes nuestro planeta y también uno de los que más debemos luchar por preservar. Se estima que cada año más de dos millones de personas, en su mayoría niños, mueren por el consumo de agua sucia. Por eso, oír historias como la de Petra Wadstrom muestran que, si la voluntad existe, una revolución del agua también es posible.
Petra Wadstrom es una sueca de 60 años que observando el mundo que le rodeaba, decidió poner un poco de sensatez y de sentido común a su alrededor. Había vivido durante muchos años en Australia, una de las zonas con mayor exposición solar de la Tierra, y se sorprendió de que la gente allí no usara la energía del Sol para hervir agua, en un lugar soleado como aquel, un recipiente de unos 10 litros de agua potable tardaría entre dos y seis horas en hervir.
Las ventajas de usar este método para calentar agua eran varias, pero sobre todo afectaban a la economía de Wadstrom, por el ahorro. Además, el agua que se conseguía era de mayor calidad y desinfectada, por eso Petra, que se define a sí misma como artista e inventora, quiso ir un poco más allá. Tras un largo proceso creativo y de investigación nació Solvatten, un pequeño tanque que sirve para depurar y sanear agua pensado especialmente para zonas pobres y muy secas. Su funcionamiento es sencillo, es barato y, además, cumple con todos los estándares marcados por la OMS.
¿Qué es Solvatten y porqué nace?
El agua potable contaminada es frecuente y un problema importante en muchas partes del mundo, particularmente en países en desarrollo. Según la OMS, más de 1,1 millones de personas carecen de agua potable segura y unos 1600 millones carecen de electricidad. Por eso purificar agua de forma sencilla se convierte en una prioridad.
Según investigaciones previas en la depuración de agua potable, el calentamiento de agua a una temperatura superior a 60º durante una hora es suficiente para la pasteurización. La luz del sol incluye grandes cantidades de energía térmica, por eso concluimos que la electricidad no es necesaria para pasteurizar el agua. Además, también se sabía con anterioridad que prácticamente cualquier tela era capaz de filtrar los principales microorganismos que contaminan el agua. Si a esto añadimos que también se conocía que el calentamiento puede producirse en un recipiente de material plástico flexible, podemos imaginarnos el mapa que Petra Wadstrom creó en su cabeza, idear un invento de plástico que incluyera filtros y que fuera permeable a la acción del sol. Así, Wadstrom ideó un sistema pensado para actuar a pequeña escala, que cumpliera con los parámetros de la OMS y que cuya técnica fuera eficaz pero también fácil de usar y de distribuir, y barato de producir.
El resultado real de todas estas conjeturas es Solvatten, un esterilizador de agua potable formado por dos pequeños tanques de 5 litros cada uno. Cada tanque tiene dos superficies, la primera formada por una capa permeable a la luz solar y la segunda por otra capa absorbente del calor. Además, hay dos aberturas, una en cada uno de los tanques, que sirven para rellenar y sacar el agua respectivamente.
El funcionamiento, de lo más sencillo: sólo hay que introducir el agua y dejarla al sol durante unas horas. Cuando introducimos el agua, ésta ya pasa por un primer filtro que hace de limpieza general. Durante su estancia en el recipiente, el agua se va calentando, y el pequeño dispositivo tiene un indicador que marca cuando ya es potable (55º) y la cantidad de exposición a los rayos ultravioleta suficiente, que es el elemento clave que ayuda a destruir las bacterias dañinas. Durante el vaciado de agua, ésta pasa por un segundo filtro que elimina el resto de partículas, dejando el agua totalmente potable.
Actualmente, 40.000 personas de 20 países distintos utilizan este invento. El precio por unidad es de unos 80 euros
Otros pioneros de la revolución el agua
El caso de Petra Wadstrom no es aislado, son muchos los que hablan de la posibilidad de realizar una revolución hídrica. Una de las primeras personas en acuñar este término fue Brock Dolman, director delInstituto Water, un organismo sin ánimo de lucro fundado para promover la comprensión de la importancia de las cuencas hidrográficas ricas y sanas para una comunidad saludable.
El instituto se centra en cuatro componentes de programa interrelacionados e igualmente fuertes: promoción y desarrollo de políticas, la formación y el apoyo, la educación y la demostración, y la investigación. Dolman, además, es uno de los pioneros y residentes en Farallon Institute, en el corazón de Russian Valley, puntal del movimiento ecologista californiano en los años setenta y que, a día de hoy, a puesto en marcha diversos mecanismos de control y aprovechamiento de agua.
Aljibes, cisternas, acequias, bancales o sumideros están muy presentes en esta población. Pero sin duda su mayor logro, realizado por su propio Departamento de Seguridad Acuática, es un estanque de captación de agua de lluvias donde se almacenan hasta ocho millones de litros de agua que sirven para abastecer, durante la temporada seca a huertas, corrales y casas particulares, y que están pensadas para el máximo aprovechamiento, incluido el reciclaje de aguas grises.
Otro ejemplo de revolución hídrica, también a pequeña escala, es el del diseñador Karim Rashid quién ha inventado Bobble, una botella de plástico reciclado y reciclable, libre de BPA y de PVC, con un tapón de rosca que es al mismo tiempo filtro de carbono, ideal para limpiar de impurezas hasta 150 litros de agua del grifo. Según Rashid, se inspiró después de pasar muchas veces por el control de seguridad de un aeropuerto, ya que compraba o tiraba una botella de plástico.
Según su creador, con cada Bobble ahorramos al menos 300 botellas. El único esfuerzo que tenemos que hacer es cambiar el filtro de la botella cada 150 litros de consumo, lo que, visto desde un punto de vista práctico, es un esfuerzo mínimo. Las posibilidades son inmensas tanto por su diseño como por el perfeccionamiento de sus filtros. Sus creadores aseguran que su objetivo es crear un modelo que sirva para beber agua extraída directamente de un pozo de África. Ambicioso o no, lo cierto es que Bobble ya ha tenido éxito, en poco más de un año ya se han vendido más de 10 millones de unidades.
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