Ni en India ni en Colombia el cultivo transgénico rindió la productividad y la resistencia a plagas que promete la empresa estadounidense, lo que generó pérdidas y deudas en las familias. En contrapartida, se lo asocia con la reaparición de plagas como el picudo y la muerte de insectos beneficiosos para el equilibrio ambiental. FUENTE: www.baseis.org.py
En medio de un retroceso regional de la producción de algodón por malas decisiones de los gobiernos y especulaciones de mercado, la principal promesa con la que entra Monsanto y sus semillas trasngénicas BT en nuestros países es la de mayor productividad y solución al problema de las plagas. Las semillas Bollgard BT traen en su estructura un gen de la bacteria llamada Bacillus Thuringiensis(BT), que actúa de plaguicida natural al matar a visitantes indeseados que intentan atacar las plantas de algodón.
Con esa misma información, sectores del agronegocio en Paraguay celebraron que el SENAVE de la era de Federico Franco haya concretado la liberación comercial del cultivo al inscribirlo en su Registro Nacional de Cultivares el pasado 7 de julio. “Beneficiará a 500 mil pequeños agricultores principalmente”, dispararon contentos sectores agroexportadores.
Esta decisión fue el último paso de un circuito que comenzó el ministro de Agricultura y Ganadería, Enzo Cardozo, el 21 de octubre de 2011. El mismo, extralimitándose en sus funciones, decretó la liberación comercial del evento transgénico sin que la Secretaría del Ambiente y del Ministerio de Salud se hayan expedido en cuanto a licencia ambiental e inocuidad hacia la salud humana, respectivamente. Y hasta hoy no se sabe acabadamente las consecuencias del cultivo en el ambiente ni ante la vida humana.
En Colombia el mismo cultivo entró de la misma manera, en 2002 el Instituto Colombiano Agropecuario(IAC) liberó su uso sin contar con todos los estudios de bioseguridad, especialmente la licencia ambiental. Y también se registraron irregularidades administrativas en el ente regulador de la materia, el Comité Técnico Nacional de bioseguridad (CTNbio), lo que generó demandas judiciales contra el proceso.1
Resistencia a plagas
En el documental El Mundo según Monsanto, la periodista e investigadora francesa Marie-Monique Robin visita poblados agrícolas de la India, la tercera productora de algodón del mundo detrás de China y Estados Unidos. Charla con ingenieros agrónomos que analizan el comportamiento de las fincas algodoneras desde la entrada del algodón BT.
Ellos les explican que el cultivo está desde 2002 en el país, y que según sus conclusiones, existe una mala interacción entre la planta manipulada y el gen insertado, que debilita a la planta y la expone a un hongo llamado rhizoctonia . Éste se generó a partir de los cultivos transgénicos pero luego migró al algodón no transgénico y en 2006 estropeó las parcelas.
Señalan que ni genera más productividad ni ahorros en el uso de insecticidas contra el gusano americano, y que finalmente el productor debe gastar en productos complementarios para fumigar a los 70 a 90 días de plantar.
Un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina analizó la adopción del cultivo y la disposición de los productores a pagar por la semilla. En el mismo, los investigadores aclaran que la resistencia del cultivo es contra la oruga del capullo, la oruga de la hoja del algodonero y la lagarta rosada. 2
En sus conclusiones, la investigación asegura que “la tecnología Bt reduce el gasto en insecticidas”. Sin embargo, dice que los productores no lo ven como sustituto perfecto a insecticidas, y que esto podría ser porque “el Bt es una medida de control ex-ante. Esto es, el gasto en Bt ocurre temprano en el ciclo de cultivo, antes de conocerse la presión de la plaga, mientras que los insecticidas químicos pueden ser adquiridos en una etapa posterior, de acuerdo a las necesidades reales”.
Esto es lo que pasó en Colombia, donde aparecieron plagas a las cuales la tecnología BT no oponía resistencia, explica la investigación del grupo Semillas. Y que por eso mismo, los agricultores finalmente terminaron gastando igual en plaguicidas complementarios contra -incluso- plagas que el producto de Monsanto prometía frenar hasta un 70%, como el Spodoptera spp, pero que sólo lo hizo en un 10%.
En la región Caribe el principal mal del algodón es el picudo, que no es controlado por la tecnología BT, señala la pesquisa, por lo que la casi totalidad de los químicos que compran son para combatir esta plaga. Por último, se asegura que en la región Caribe como la de Tolima, la entrada y cultivo del producto transgénico trajo aparejado el rebrote y expansión de plagas, que demandan más gastos para ser controlados.
En China, el mayor productor der algodón planetario donde un 95% del cultivo es con tecnología BT, un estudio de 2010 de la Academia China de Ciencias Agrícolas y del Centro Nacional de Extensión y Servicios Agrícolas concluyó que el crecimiento de plagas que atacaba cultivos de frutas y dátiles estaba relacionado al crecimiento de las extensiones del algodón transgénico vecinas. 1
A la par de ser asociada al rebrote de plagas indeseadas, investigaciones señalan que las toxinas BT podrían estar afectando a organismos e insectos benéficos como hongos, que cumplen un papel estratégico en la provición de insumos minerales a las plantas. O como a las propias abejas silvestres, cuya desaparición y muerte fueron asociadas a estos cultivos por un estudio de La Mid-Atlantic Apiculture Research and Extension Consortium de EE.UU. 2
Productividad y ganancias
Cuando una familia agricultora se interesa en la mayor productividad de un cultivo que puede cultivarlo en su finca, lo asocia a mayores ingresos para llevar una vida un poco más digna, especialmente para que su economía familiar registre ingresos que destinará a compra de alimentos que no se producen en la chacra, vestimentas, útiles escolares, gastos de combustible, compra de herramientas y pago de otros servicios básicos.
De entre las investigaciones analizadas para esta publicación, la más alentadora en favor del algodón de BT de Monsanto habla de que los beneficios netos para los agricultores son “más bien pequeños”. “Aunque la tecnología reduce significativamente la aplicación de insecticidas y aumenta los rendimientos, estos beneficios son limitados por los altos precios de la semilla de algodón Bt”, dice el estudio encargado por el INTA en 2002.
Mientras las semillas del cultivo BT costaban entonces 103 dólares/hectárea, las semillas convencionales costaban 25 dólares por hectárea, es decir, cuatro veces menos que el cultivo de Monsanto. “En muchos casos, este precio tan elevado neutraliza los beneficios monetarios asociados con altos rendimientos y costos más bajos de insecticidas”, analiza el trabajo.
Y todavía más: “El aumento en el costo total de producción, asociado con la tecnología Bt, incrementa el riesgo económico que enfrentan los productores”, que gastan más y se endeudan más, y por lo mismo están más vulnerables al cambiante precio internacional del producto, a las políticas gubernamentales de turno, a las condiciones climáticas…
Al entrar a la tecnología BT de Monsanto, el productor entra en las reglas de juego de la firma o las empresas que la representan en cada país. En Argentina, durante el estudio, era la empresa Genética Mandiyu, que firmaba contratos con los agricultores, obligándolos a vender sus cosechas a desmotadoras autorizadas por la empresa, los obligaba a no re-utilizar las semillas en la próxima siembra y a habilitar, en la propia finca con algodón transgénico, un espacio cultivado con algodón no-transgénico como área de refugio contra plagas.
Por último, en cuanto a mayor productividad, el estudio habla de una “reducción de la pérdida de rendimiento relacionada con una plaga, antes que aumento de producción”.
La investigación en Colombia señala las mismas condiciones del contrato con Monsanto, no guardar las semillas para el próximo año, no re-venderlas, no ceder información sobre la tecnología al vecino, vender la cosecha a desmotadoras autorizadas por Monsanto, estar dispuesto a que la empresa inspeccione mi cultivo y que me demande en caso de que lo considere.
La adopción de la tecnología BT es más costosa, afirma el trabajo, porque además de tener que comprar semillas que cuestan hasta más del triple que las semillas locales, demanda la implementación de sistemas de riego, fertilizantes, sembradoras de precisión y refugios.
Y según la experiencia en los pueblos de Tolima y Córdoba, año 2008, la semilla BT dio pésimos rendimientos, echándose a perder hasta el 75% de los cultivos. Esto se debió a que Monsanto vendió a los productores un lote de semillas dañadas, con baja germinación y que desarrollaron plantas defectuosas en varias de sus partes(cápsulas, lóculos, fibras), que afectaron el peso final del producto, y por ende los ingresos de las familias.
Tan fuerte fue la situación de denuncias que Monsanto aceptó pagar una indemnización simbólica de 640 mil dólares a los productores colombianos, a cambio de un “documento de paz”, que finalmente no fue aceptado.
Fuentes:
1-El fracaso del algodón transgénico en Colombia: Los algodoneros de Córdoba y Tolima lloran su colapso, pero Monsanto no pone la cara.Grupo Semillas
2-QAIM, Matin y CAP Eugenio 2002 “Algodón Bt en Argentina: un análisis de su adopción y la disposición a pagar de los productores” (Buenos Aires: INTA)
3-“El gobierno de Franco liberará el algodón transgénico en el país”, en www.baseis .org.py, último ingreso 17 de julio de 2012
4-Íden.
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