A la Dra. Stela Benítez Leite, la primera investigadora en realizar un estudio sobre malformaciones y su vínculo con plaguicidas en el país, le preocupa la aprobación del maíz transgénico por parte del Gobierno.
Sobre las semillas genéticamente modificadas o transgénicas, y su resistencia a los agrotóxicos, no está todo dicho.
Si bien su utilización maximiza la producción de cultivos, existen varios estudios que ponen en tela de juicio su impacto en la salud y el medio ambiente.
En Paraguay, la doctora Benítez Leite detectó -mediante un estudio hecho en el Hospital Regional de Encarnación- una prevalencia de casos de malformaciones congénitas en embarazadas que vivían en un radio no mayor a 1.000 metros de áreas de fumigación de pesticidas o en cuyos hogares se almacenaban dichos agroquímicos.
“Concluimos que las malformaciones que eran mucho más frecuentes cuando las madres referían vivir a menos de un kilómetro de los campos (de soja) fumigados o cuando no tenían protección cuando iban a los campos fumigados o si tenían agrotóxicos en el hogar”, comentó sobre la investigación realizada entre los años 2006 y 2007.
En dicho trabajo, que fue publicado en la revista científica de la Asociación Americana de Pediatría, se analizaron 139 fichas de recién nacidos, 52 casos de malformación y 87 controles.
“Cuando encontrábamos un niño malformado, lo comparábamos con otro niño del mismo sexo que nacía sano, y así investigábamos los factores de riesgo”, explica sobre el método que siguieron.
De esta forma, este estudio -que en su oportunidad fue presentado en el Congreso Mundial de Pediatría en Atenas, Grecia- deja entrever que alrededor del 40% de las embarazadas expuestas al, por ejemplo, glifosato parieron hijos con malformaciones congénitas.
La investigación, entretanto, concluye además que “se requiere de estudios futuros para confirmar estos hallazgos”.
De cualquier forma a la investigadora, que se desempeña como docente de la cátedra de Clínica Pediátrica en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA, le tomó por sorpresa la decisión del Gobierno de Federico Franco de autorizar la utilización de semillas de maíz y algodón transgénicas.
“No tomé a bien por supuesto”, dijo hoy a Cardinal AM. “Esperaba mucho más rigor y profundidad y por lo menos que se discutiera a nivel país eso”, completó.
Glifosato Roundup
El glifosato es el principal herbicida que se utiliza en el producto comercializado por la multinacional Monsanto, bajo la marca Roundup.
Según la especialista, hasta ahora la Organización Mundial de la Salud (OMS) posiciona a este pesticida en el grupo 3, que significa “un poco tóxico” y lo sitúa en el grupo E, “no cancerígeno”.
El Roundup se emplea principalmente en los cultivos de soja, y en mayor cantidad cuando se trata de semillas transgénicas de la planta.
Al glifosato “se lo presenta como inocuo”, pero “no lo es”, porque “va junto a otras sustancias” tóxicas adherentes, entiende Leite al señalar que cada vez las plantas son más resistentes y se utilizan mayor cantidad de este plaguicida.
En ese sentido, cita un estudio que se realizó “en ranas y embriones de pollo”. Este trabajo determinó que ése glifosato, en cantidades mínimas, alteraban el mecanismo normal de la vitamina A produciendo malformaciones.
“Estos modelos de investigación no pueden extrapolarse al ser humano, pero existen trabajos demuestran una asociación (con malformaciones) y uno debe velar por la salud y debe jugarse por el hecho de no dañar”, sostiene la experta.
En Paraguay, más de 24 millones de litros de agrotóxicos al año están siendo empleados en cultivos de soja. Por esta razón, desde el 2003 pasó a formar parte de la lista de “países preocupantes” para el Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), según menciona el estudio de la doctora Leite.
Malformaciones típicas
Las malformaciones más frecuentes son las que se dan a nivel de la cabeza y las manos, según la experta. No obstante, pueden haber otras sustancias que pueden ser “destructores endocrinos”, esto significa que pueden ocupar el lugar de otra hormona.
“Por ejemplo, el varón puede tener “XY” y comportarse como mujer. Se demostró en años anteriores que pueden tener problemas en la expresión de los genitales o en infertilidad. Eso es algo que se está trabajando intensamente”, apunta.
En palabras de la doctora, se dice que el glifosato mata todo a su alrededor, menos la planta que fue modificada genéticamente.
“Existe mucha falacia al respecto, resiste el veneno, pero contiene el veneno. O sea el veneno entra por el follaje de la planta”, afirma y refiere que “hasta ahora lo que se dice es que la dosis que contiene está permitido para la alimentación”.
Menciona un estudio en Canadá, dado a conocer el pasado año. “En personas embarazadas, que jamás estuvieron en el campo, (los investigadores) encontraron niveles de metabolitos de glifosato en sangre”, apunta.
“Nunca estuvieron en el campo, qué fue lo que hicieron”, se pregunta: “consumieron alimentos genéticamente modificados”, remata.
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