Por lo general, se nos recomienda aumentar el consumo de hortalizas y frutas, por cierto un hábito que nos garantiza el adecuado cuidado de nuestro cuerpo evitando o disminuyendo las posibilidades de padecer diversas enfermedades como las que afectan al aparato circulatorio, tan comunes en nuestro tiempos; no obstante, debemos tener presente que en Chile estamos consumiendo trazas de plaguicidas en cantidades que no podemos precisar. En efecto varios estudios realizados tanto por agrupaciones de consumidores o por el propio Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) así lo confirman.
Estos productos químicos fueron detectados en colados para bebés y en la crema de espárragos que es parte del programa de alimentación del gobierno para adultos mayores. Lo mismo ocurre con una amplia cantidad de hortalizas muestreadas en 2006por el SAG donde algunos productos contenían alrededor de 10 distintos plaguicidas, muchos de los cuales excedían el límite máximo admisible. Uno de los que se encontró en la mayoría de las muestras fue el Metamidofós, un plaguicida catalogado por laOrganización Mundial de la Salud (OMS) como extremadamente peligroso, causante de la mayoría de intoxicaciones ocurridas en nuestro país cada año.
Lamentablemente nuestra legislación establece que es el SAG quién autoriza el ingreso de estas sustancias a nuestro país sin realizarse evaluaciones sanitarias. Una vez introducidos los agroquímicos, no se cuenta con programas de seguimiento para evaluar el impacto de éstos en el ambiente ni en la salud de las personas. No podemos determinar cuánta morbilidad tenemos asociada en Chile.; no obstante sí existen estudios realizados en nuestro país y en el exterior que indican que las personas expuestas tanto habitacionalmente; es decir por vivir cercano a lugares donde se fumiga; como por estar expuestos directamente, tienen más posibilidades de adquirir varios problemas de salud como diversos tipos de cáncer, alternación del sistema inmunológico, discapacidad intelectual, malformaciones congénitas, entre otras.
Las personas que viven en zonas rurales están expuestas a fumigaciones aéreas y/o terrestres, pero aquí también existe un problema fundamental; para efecto de fumigaciones terrestres está autorizado el uso de una amplia variedad de plaguicidas extremadamente peligrosos y altamente peligrosos los que virtualmente pueden ser aplicados al lado de un jardín infantil situación que ocurre en muchos lugares del nuestro país, la ley lo permite, del mismo modo que permite que un menor de edad pueda comprar un plaguicida que con una cucharadita produce la muerte. Por ello la exposición es por distintas vías y hay quienes pueden sufrir más de una o todas estas formas de contaminación.
La agricultura ecológica que puede producir la cantidad y calidad de hortalizas para nuestro país también podría estar sujeta a estas sustancias, ya que no existe protección a ese tipo de cultivos. Dos veces se han levantado proyectos de ley en el congreso para prohibir los plaguicidas más peligrosos sin embargo hasta la fecha aun no se logra legislar en la materia.
Otro tema que se encuentra relacionado y que es objeto de preocupación es la introducción de cultivos transgénicos los que ya han contaminado la miel de muchos apicultores impidiendo el ingreso de ésta al mercado europeo; no sabemos con precisión si además hay contaminación hacia otros cultivos nos transgénicos porque no se han realizado estudios, pero lo cierto es que esta forma de producción es en esencia, la consolidación de modelo químico de producción de hortalizas, de hecho los cultivos más extendidos son resistentes a glifosato, herbicida que la misma compañía vende dentro de lo que se denomina “el paquete tecnológico” que incluye las semillas transgénicas, el herbicida y todos los agentes químicos que se requerirán en el proceso de producción.
Las organizaciones de consumidores, las ONG y la campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile, así como científicos independientes de renombre en Chile como el toxicólogo y académico Doctor A. Tchernitchin y el biólogo Humberto Maturana,quien fue reconocido por la comunidad científica internacional gracias a su concepto de “autopoiesis”, y muchas personas en forma independiente; se encuentran luchando para visibilizar este problema, para exigir el etiquetado y con ello la posibilidad de elegir así como la moratoria mientras no existan pruebas concluyentes de la inocuidad de estos productos.
Revisa este video reportaje de LOV.
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