Representan el retorno a los sabores y el cultivo tradicionales, sin transgénicos ni químicos de síntesis. Las plantas aromáticas, hortalizas, flores comestibles y frutas con marchamo ecológico han llegado para quedarse. Cultivarlas en el huerto-jardín de casa supone más de una ventaja.
Tomates, lechugas, zanahorias, fresas, moras, albahaca, romero… todo cultivado en casa con los métodos de la agricultura ecológica, la de toda la vida. La instalación del propio huerto es una tendencia al alza; incluso Michelle Obama se ha apuntado al destinar un espacio del jardín de la Casa Blanca al cultivo de hortalizas, con el pedagógico propósito, además, de convencer a los norteamericanos de reincorporar a su dieta alimentos tan saludables.
Hoy, los cultivos ecológicos se reafirman como la mejor alternativa: recurren a técnicas de preparación del suelo y control de plagas que renuncian al uso de herbicidas, abonos, fungicidas e insecticidas de síntesis. Tampoco emplean semillas o variedades de plantas con tratamientos transgénicos, considerados por las asociaciones ecologistas como un serio riesgo para la biodiversidad del planeta. Estas mismas asociaciones advierten de que no hay estudios suficientes que garanticen su efecto inocuo a largo plazo en la salud humana.
En este sentido, los agricultores ecológicos también reivindican la mayor calidad nutricional de sus productos. Joan Enric Brugat, de Global Maresme, cita, por ejemplo, estudios de la Soil Association y de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, EEUU) sobre el “mayor contenido de vitamina C, vitamina E, minerales esenciales (calcio, magnesio, hierro, cromo) y antioxidantes en las plantas de cultivo ecológico frente a las de explotación convencional o industrial”.
Así, un tomate cultivado y recolectado en el huerto familiar se convierte en un producto no solo de toda confianza sino también más saludable. A esto se suma la satisfacción por haberlo sembrado y criado uno mismo, el desarrollo de una afición relajante y el ahorro en la cesta de la compra.
Ventajas desde el origen
“Sus ventajas hacen que la demanda de plantas ecológicas no deje de crecer, y por eso los cultivadores podemos sistematizar su producción y ofrecer precios similares a los de otros productos”, afirma Jaume Riera, de Riera Villagrasa, socio productor de Corma.
Las semillas y plantas con etiqueta ecológica que se venden en los centros de jardinería están certificadas por organismos autonómicos según normas europeas. En su cultivo de origen se emplean insecticidas naturales como el aceite de neem y se controlan las plagas mediante el contraataque de insectos benéficos. Por ejemplo, las pequeñas abejas Encarsia pergandiella y E. formosa parasitan las larvas de la mosca blanca, voraz depredadora de las fresas, entre otras plantas.
Por supuesto, se emplean abonos orgánicos —compost de origen vegetal, humus de lombriz y purines de ortigas— para enriquecer la dotación de nutrientes del suelo y dar mayor lustre a los vegetales.
Un huerto ecológico en casa
Los aficionados a la horticultura pueden adaptar estos métodos al cultivo doméstico de su propio huerto en el jardín o la terraza. Bastan unos pocos consejos:
• Escoger un lugar soleado y con buena circulación de aire.
• Trasplantar las plantas adquiridas o los plantones obtenidos de semillas a macetas o cajones amplios.
• Regar siempre con agua limpia o de lluvia.
• Combinar especies hortícolas con otras aromáticas y medicinales, que además sirven de repelentes de insectos (lavanda, romero, salvia, albahaca…).
• Respetar la rotación de los cultivos.
• Permitir la presencia de especies benéficas como las mariquitas, lombrices, ciempiés.
• Jaume Riera recomienda un truco sencillo de control de plagas: rociar con agua impregnada de algún jabón neutro e inocuo, por ejemplo un lavavajillas doméstico.
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