“Hasta que no bajen los precios no compro nada”. En un momento en el que el debate por precios, costos y ganancias está a la orden del día no es raro escuchar “a mí lo que me molesta es sentir que me roban, si me cobran barato tal vez compro más y todo”.
Auto eléctrico.
En economía ambiental, este efecto se llama la “paradoja de Jevon”: es el efecto rebote que genera el aumento en el consumo de un bien más eficiente o más barato. Por ejemplo, si se empiezan a promocionar los aires acondicionados de consumo eficiente, la gente los va a encender por más tiempo y a menor temperatura.
En Estados Unidos, el índice entre el combustible consumido y la distancia recorrida (ofuel economy) sigue en alza. La promoción de autos eco-eficientes, como el Toyota Prius o el Nissan Leaf, aumentó considerablemente. Y si bien en la tierra del calentamiento global esto puede resultar un buen repelente para la mala publicidad, no sería descabellado suponer que si cuesta menos, se va a viajar más.
Sin embargo, parece que los autos son la excepción que confirma la regla para Jevon. Según investigadores del Rocky Mountain Institute, mayor eficiencia en el uso de combustible no implica necesariamente un alza en el consumo. La mayoría de los conductores desconoce cuánto consumen cada cierta distancia recorrida, e incluso si lo supieran es bastante improbable que decidieran hacer uso de esa ventaja recorriendo mayores distancias.
La eficiencia energética de los autos es, además, una especie de política forzada. El hombre estadounidense promedio pesa 13 kilos más que en 1960. Las automotrices entonces buscan formas de reducir el peso de los autos para mejorar la relación entre consumo y distancia. Un círculo vicioso-virtuoso que redunda en mejor aprovechamiento de los recursos naturales y gente gorda moviéndose cada vez menos.
A pesar del crecimiento poblacional y el efecto rebote, parece que en Estados Unidos se viaja más consumiendo menos. Entre 2004 y 2012 el monto total de combustible consumido en EEUU por autos y camiones disminuyó un 11%.
Algunos todavía admiten cierta prevalencia de la paradoja; vehículos más eficientes van a facilitar la decisión de manejar. Esto, sin embargo, no tendría un efecto negativo en la relación entre consumo y distancia. Sólo un 10% del aumento en el fuel economy se pierde por un aumento en el uso del vehículo. Dicho de otra manera, el 90% del índice es retenido (no compensado) justamente por ello. Si no, no se haría efectiva la mejora en la relación consumo-rendimiento.
Para muchos, la promoción de un modelo menos agresivo basado en el petróleo sólo tiene efectos paliativos. Por ahora sabemos que, de necesitar un auto, los modelos eco-amigables reducen significativamente el consumo de combustible y nos permiten recorrer la distancia que necesitamos.
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