María Eugenia Rinaudo
Durante el mes de Marzo, específicamente el día 22, celebramos el Día Mundial del Agua, cuya temática este año, es la “Cooperación del Agua”, la cual tiende a resaltar la importancia que tiene el vital líquido en cuanto a la ciencia y sociedad, destacando los principales desafíos que enfrenta la humanidad en los actuales momentos en relación al agua.
El crecimiento exponencial de la demografía planetaria ha desencadenado en los últimos años, incertidumbres respecto a la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, así como también del futuro de nuestro planeta. Las sociedades actuales deben afrontar muchos desafíos globales que afectaran (y en algunos casos, ya está afectando de forma directa), los estilos de vida de los ciudadanos y comunidades. El cambio climático, por ejemplo, representa una amenaza latente para todos los sectores de un país, incluyendo la economía, la política y la cultura.
Según datos oficiales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2012), para el año 2050, la población mundial alcanzara unos 9.000 millones de habitantes, lo cual compromete aún más la seguridad alimentaria e hídrica a nivel global.
De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 2011), si se siguen manteniendo las mismas prácticas agrícolas, la urbanización creciente y los regímenes alimentarios actuales; la cantidad de agua necesaria para la agricultura (en términos de evapotranspiración potencial) que es actualmente de 7.130 km3 de agua, aumentara entre un 70% y un 90% de ahora al año 2050.
Por otra parte, los efectos negativos del cambio climático, comprometen con acentuar los periodos de sequias e inundaciones, las cuales solamente en el continente africano, podrían reducir la producción agrícola entre un 15% y un 30%.
Según datos oficiales de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2012), en la actualidad más de 870 millones de personas en el mundo sufren de hambre, afectado de una forma directa su calidad de vida y el desarrollo de sus comunidades, siendo estas más vulnerables a efectos adversos del clima y la pobreza, la cual esta última, constituye un aspecto fundamental que influye directamente en el bienestar social.
Debido a esto, desde el año 2000, la ONU lleva a cabo el Programa de esfuerzos en conjunto para luchar y mitigar los efectos de problemas directos para las poblaciones y el ambiente en general, contemplando temas como educación, salud, sustentabilidad y pobreza. Son los llamados Objetivos del Milenio, los cuales pretenden el cumplimiento de ciertos aspectos y lineamientos que comprometan la mejora de la calidad de vida de ciertas comunidades que en los actuales momentos se encuentran en grave dificultad.
La pregunta que nos debemos hacer ahora, es como podremos entonces, certificar una seguridad alimentaria e hídrica para todos? La solución está a la vista, sin embargo, como sucede con el resto de las problemáticas globales, representa un reto más para la sociedad actual.
Conforme al Informe “Un enfoque ecosistémico para el agua y la seguridad alimentaria” publicado por el PNUMA y el Instituto Internacional de Gestión del Agua (IWMI) en el año 2011, el objetivo fundamental es asegurar la sustentabilidad de los recursos naturales para poder afrontar los futuros retos alimenticios e hídricos. El documento afirma que actualmente 1.600 millones de personas viven en zonas ya afectadas por la carencia de agua y que si nada cambia, esa cifra pronto podría alcanzar los 2.000 millones.
Para revertir esta situación, el informe propone el establecimiento de agroecosistemas, que busquen un balance entre la ecología y la agricultura que permitan aumentar la productividad agrícola, preservar el agua y la protección de los ecosistemas.
De igual forma, la creación y consolidación a nivel internacional, nacional y local de políticas holísticas donde se fomente la conservación de los recursos naturales, los cuales permitirán la producción agrícola sustentable y la preservación del agua. Esto, podría permitir una mejor adaptación para las comunidades más vulnerables al cambio climático y al mismo tiempo, podría mejorar las condiciones de vida de estas personas.
El establecimiento de políticas basadas en la conservación y sustentabilidad de los recursos, entre ellos, el agua y los alimentos, tiende a ser prioritario en todas las naciones. De hecho, como uno de los principales objetivos del Año Internacional de la Cooperación en la Esfera de Agua 2013, insta a los líderes a poner el tema del agua en el centro de las agendas, teniéndola como una base para establecer vínculos más fuertes entre las naciones, los Estados y las comunidades.
La seguridad hídrica y la seguridad alimentaria, deben ser considerados como dos pilares importantísimos para la erradicación de la pobreza y el hambre a nivel mundial, por ende, del desarrollo de las comunidades y de las naciones. Por esta razón, los gobiernos del mundo deben poner las cartas en el asunto para establecer compromisos en relación al derecho humano al agua potable, saneamiento y mejora de la calidad de vida en general.
“La tierra es nuestro refugio; ayudemos a protegerla y cuidarla ya que ello depende el futuro de muchas generaciones”
Luis Troche Márquez
Lcda. María Eugenia Rinaudo
Licenciada en Estudios Ambientales. Investigadora en cambio climático, sustentabilidad y RSE. Miembro de la Comisión de Educación y Comunicación de UICN. Creadora del Programa Educativo “El clima cambia y tú?”
Twitter: @OoClimateChange
El crecimiento exponencial de la demografía planetaria ha desencadenado en los últimos años, incertidumbres respecto a la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, así como también del futuro de nuestro planeta. Las sociedades actuales deben afrontar muchos desafíos globales que afectaran (y en algunos casos, ya está afectando de forma directa), los estilos de vida de los ciudadanos y comunidades. El cambio climático, por ejemplo, representa una amenaza latente para todos los sectores de un país, incluyendo la economía, la política y la cultura.
Según datos oficiales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2012), para el año 2050, la población mundial alcanzara unos 9.000 millones de habitantes, lo cual compromete aún más la seguridad alimentaria e hídrica a nivel global.
De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 2011), si se siguen manteniendo las mismas prácticas agrícolas, la urbanización creciente y los regímenes alimentarios actuales; la cantidad de agua necesaria para la agricultura (en términos de evapotranspiración potencial) que es actualmente de 7.130 km3 de agua, aumentara entre un 70% y un 90% de ahora al año 2050.
Por otra parte, los efectos negativos del cambio climático, comprometen con acentuar los periodos de sequias e inundaciones, las cuales solamente en el continente africano, podrían reducir la producción agrícola entre un 15% y un 30%.
Según datos oficiales de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2012), en la actualidad más de 870 millones de personas en el mundo sufren de hambre, afectado de una forma directa su calidad de vida y el desarrollo de sus comunidades, siendo estas más vulnerables a efectos adversos del clima y la pobreza, la cual esta última, constituye un aspecto fundamental que influye directamente en el bienestar social.
Debido a esto, desde el año 2000, la ONU lleva a cabo el Programa de esfuerzos en conjunto para luchar y mitigar los efectos de problemas directos para las poblaciones y el ambiente en general, contemplando temas como educación, salud, sustentabilidad y pobreza. Son los llamados Objetivos del Milenio, los cuales pretenden el cumplimiento de ciertos aspectos y lineamientos que comprometan la mejora de la calidad de vida de ciertas comunidades que en los actuales momentos se encuentran en grave dificultad.
La pregunta que nos debemos hacer ahora, es como podremos entonces, certificar una seguridad alimentaria e hídrica para todos? La solución está a la vista, sin embargo, como sucede con el resto de las problemáticas globales, representa un reto más para la sociedad actual.
Conforme al Informe “Un enfoque ecosistémico para el agua y la seguridad alimentaria” publicado por el PNUMA y el Instituto Internacional de Gestión del Agua (IWMI) en el año 2011, el objetivo fundamental es asegurar la sustentabilidad de los recursos naturales para poder afrontar los futuros retos alimenticios e hídricos. El documento afirma que actualmente 1.600 millones de personas viven en zonas ya afectadas por la carencia de agua y que si nada cambia, esa cifra pronto podría alcanzar los 2.000 millones.
Para revertir esta situación, el informe propone el establecimiento de agroecosistemas, que busquen un balance entre la ecología y la agricultura que permitan aumentar la productividad agrícola, preservar el agua y la protección de los ecosistemas.
De igual forma, la creación y consolidación a nivel internacional, nacional y local de políticas holísticas donde se fomente la conservación de los recursos naturales, los cuales permitirán la producción agrícola sustentable y la preservación del agua. Esto, podría permitir una mejor adaptación para las comunidades más vulnerables al cambio climático y al mismo tiempo, podría mejorar las condiciones de vida de estas personas.
El establecimiento de políticas basadas en la conservación y sustentabilidad de los recursos, entre ellos, el agua y los alimentos, tiende a ser prioritario en todas las naciones. De hecho, como uno de los principales objetivos del Año Internacional de la Cooperación en la Esfera de Agua 2013, insta a los líderes a poner el tema del agua en el centro de las agendas, teniéndola como una base para establecer vínculos más fuertes entre las naciones, los Estados y las comunidades.
La seguridad hídrica y la seguridad alimentaria, deben ser considerados como dos pilares importantísimos para la erradicación de la pobreza y el hambre a nivel mundial, por ende, del desarrollo de las comunidades y de las naciones. Por esta razón, los gobiernos del mundo deben poner las cartas en el asunto para establecer compromisos en relación al derecho humano al agua potable, saneamiento y mejora de la calidad de vida en general.
“La tierra es nuestro refugio; ayudemos a protegerla y cuidarla ya que ello depende el futuro de muchas generaciones”
Luis Troche Márquez
Lcda. María Eugenia Rinaudo
Licenciada en Estudios Ambientales. Investigadora en cambio climático, sustentabilidad y RSE. Miembro de la Comisión de Educación y Comunicación de UICN. Creadora del Programa Educativo “El clima cambia y tú?”
Twitter: @OoClimateChange
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