Publicado en: Vida Sostenible por Javier Mira
Detroit, una gran ciudad industrial, siendo la mayor productora automovilística del mundo en los primero años del siglo pasado, dejó de ser un ejemplo de prosperidad, a ser una de las ciudades más pobres de EEUU. Sin embargo, es en este escenario donde sus ciudadanos han encontrado en la agricultura ecológica una oportunidad de futuro.
Desde principios del siglo XX, Detroit fue considerada la ciudad del motor, por poseer la mayor industria automovilística del mundo, gracias a lo cual se convirtió en una metrópolis próspera cuya economía y fuente de empleo se basaban en las cadenas de montaje de las grandes empresas automovilísticas.
A partir de los años 60 debido a los problemas raciales sufridos por la población negra, que denunciaban discriminación habitacional y laboral, segregación residencial, abusos policiales... Un malestar que desembocó en los graves disturbios de 1967, que terminaron con la intervención del ejercito dejando 43 muertos, numerosos heridos, y cuantiosos daños económicos en la ciudad. La inseguridad que causaron estos sucesosfueron mermaron la población de la ciudad, especialmente de residentes blancos, disminuyendo así la recaudación de impuestos que costean los servicios sociales de la ciudad.
Si a esto sumamos la crisis del petróleo y la crisis automovilística de principios de los 70, dejan Detroit con un panorama desolador, donde un masivo abandono de la ciudad la deja con 700,000 habitantes en 2010, frente los dos millones de 1960, desapareciendo el 75% de los puestos de trabajo y dejando fábricas, edificios y hogares abandonados, de los que hoy tan solo quedan un 10% en pié, y es en estos solares que se crean donde comienza a nacer la revolución verde.
Al desaparecer comercios que pudieran suministrar alimentos frescos, los ciudadanos se vieron obligados acultivarlos ellos mismos, de forma particular y posteriormente agrupándose en colectivos o comunidades de vecinos, sembraron una tierra que devastada por la industria contaminante del automóvil, se está regenerandocon la ayuda de estos agricultores.
Sobre las ruinas de la sociedad industrial se levantan ya más de 1,200 explotaciones agrícolas comunitarias, que junto con las particulares, abastecen el 15% de los alimentos que consume la ciudad de Detroit, el 50% si añadimos los espacios periurbanos. Además, en las improvisadas plantaciones, se educa a los jóvenes del lugar para que aprendan cómo se producen los alimentos de forma ecológica.
Los descendientes de quienes en su día abandonaron la vida rural y agrícola para venir a engrosar las plantillas de las fábricas de automóviles, cierran ahora el ciclo y vuelven al cultivo de la tierra, llevando a Detroit a ser una de las ciudades más autosuficientes del planeta.
Infinidad de proyectos de asociaciones y colectivos estántransformando radicalmente la ciudad, incluso un millonario local se quiere sumar creando la granja urbana más grande del mundo, pero Hantz Farms es un proyecto polémico que acusan de no encajar en la filosofía inicial de agricultura urbana de la ciudad.
Desde 2009 hay un plan de regeneración urbana que pasa por la reorganización de los barrios “recogiendo” la ciudad, demoliendo viviendas y reubicando los residentes, adaptándola así al tamaño de la población actual para poder garantizar los servicios. Se está tratando de transformar o reutilizar, la infraestructura con la que ya cuenta Detroit, y basar su economía en tecnología verde y principalmente incentivar la agricultura urbana en el suelo vacante sirviendo de unión a las diferentes comunidades de la ciudad.
Quizá Detroit no es el mejor ejemplo a seguir, pero si que podemos aprender de como utilizar la agricultura urbana como herramienta tanto para el bienestar ambiental como el social.
¿Que te parece la transformación que ha sufrido la ciudad de Detroit? ¿Crees la agricultura urbana puede servir como base del desarrollo de una ciudad?
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