Los recursos se agotan y resulta necesario buscar fuentes de energía alternativa. Los científicos persiguen desde hace décadas la fisión nuclear, lo que podría hacer significar una energía infinita. Este esfuerzo no lo puede realizar ningún país por sí solo y resulta imprescindible la colaboración internacional.
Hace 60 años, concretamente el 1º de noviembre de 1952, en el atolón Enewetak (de las islas Marshall) los estadounidenses hicieron explotar la primera bomba de hidrógeno de la historia. Diez años más tarde, la URSS sacudió el planeta con una prueba termonuclear de una potencia nunca vista hasta entonces: 50 megatones, lo que equivale a 50 millones de toneladas de explosivo. Desde entonces, las cargas termonucleares forman parte del arsenal de los ejércitos más importantes del mundo.
Sin embargo el proceso termonuclear en sí, no es únicamente un arma de terrible capacidad destructora, sino también un genio bueno que podría salvar a nuestra civilización.
Las reservas naturales de energía de la tierra desaparecen delante de nuestros ojos. Las reservas de petróleo, gas y uranio durarán aproximadamente unos 100 años, por eso es necesario buscar fuentes alternativas de energía.
La humanidad necesita la energía nuclear, solo que tiene que ser segura y estable. La síntesis termonuclear controlada, que utiliza la energía atómica basándose en la fusión de núcleos ligeros, por ejemplo el hidrógeno o sus isótopos: el deuterio y el tritio, es una fuente infinita.
La reacción nuclear y la termonuclear tienen en común la enorme cantidad de energía que desprenden. La diferencia es que la segunda es unas cuatro veces mayor.
Pero si la bomba de hidrógeno se creó y se probó rápidamente, la resolución del problema de la reacción termonuclear controlada es algo que intentaron los mejores científicos de la URSS y los EE UU y en lo que siguen trabajando prestigiosos equipos de científicos actualmente.
Colaboración internacional.
A comienzos de los años 70 se comprendió que la construcción de un reactor termonuclear tan solo era posible gracias mediante una amplia colaboración internacional.
En septiembre de 1985, la URSS propuso a una serie de países desarrollar conjuntamente el reactor ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional). A comienzos de los 90 científicos de Rusia, EE UU, Japón y Europa hicieron un boceto del proyecto.
En julio de 1992, avalado por el Organismo Internacional de Energía Atómica, un grupo internacional de trabajo compuesto por físicos e ingenieros en el que había también especialistas de Canadá y China, llegó a la realización técnica del proyecto.
El principal objetivo del proyecto ITER era la demostración científica y técnica de la posibilidad de obtener energía a partir de la reacción de síntesis (fusión) de los isótopos de hidrógeno, deuterio y tritio. La potencia termonuclear prevista del reactor ITER es de alrededor de 500 MW con temperaturas del plasma de 100 millones de grados.
En noviembre de 2006 todos los participantes del proyecto ITER: la Unión Europea, Rusia, Japón, EEUU, China, Corea e India, firmaron un acuerdo para la creación de una organización internacional de energía termonuclear, con el fin de llevar a cabo el proyecto ITER. La etapa de construcción del reactor comenzó en 2007.
Esta previsto que la construcción, cuyo coste inicial se valoró en 5.000 millones de euros, termine en 2016. Sin embargo la suma propuesta subió paulatinamente hasta alcanzar el doble de la original, mientras que la fecha de inicio de los experimentos se desplazó hasta el año 2020.
Actualmente en San Petersburgo, en la sede del Instituto Efremov, de investigación de instrumental electrofísico, se llevan a cabo pruebas del equipamiento especial para el ITER. La agencia rusa del ITER comunicó que espera tener los resultados para finales de noviembre.
“La síntesis termonuclear”, es un proyecto a largo plazo cuya aplicación comercial se espera obtener para el 2040-2050. El escenario más probable de dominio de la energía termonuclear presupone tres etapas: el dominio de los procesos de quema prolongada de vida larga de la reacción termonuclear, la demostración práctica de la producción de energía eléctrica y la creación de una central termonuclear industrial.
Mientras tanto, el todopoderoso genio termonuclear sigue escondido y mientras esté sin domar deberá guardarse en un “refugio” seguro.
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