Al aplicar las técnicas para la curación, todos los profesionales de la salud reconocen una verdad común: sólo existe una ciencia de la inmunología humana que posee unas leyes bioquímicas específicas. En la profesión
médica, no obstante, dos facciones o principios opuestos de la práctica luchan entre sí. La medicina ortodoxa orientada hacia la enfermedad y la medicina holística orientada hacia el paciente concuerdan únicamente en
las realidades de la bioquímica y la inmunología, pero casi en nada más.
La práctica médica orientada a la enfermedad dirige sus esfuerzos a dar con las fórmulas generalizadas para tratar a tipos o clases de personas con unos síntomas similares. La clasificación de los pacientes en grupos o
categorías es indispensable para hallar un tratamiento. Para descubrir la terapia que funcione mejor suelen realizarse experimentos clínicos ciegos simples o doble ciegos controlados mediante placebos. Sea lo que sea lo
que falla en la fisiología de un paciente, los intentos médicos alopáticos (que usan fármacos) intentan corregir el problema de salud con fármacos, quimioterapia, cirugía, inmunoterapia, radioterapia u otras formas de
alta tecnología permitidas por las agencias del medicamento. La medicina orientada a la enfermedad es un sistema que usa principalmente fármacos en un intento por provocar efectos en el organismo que se
opondrán directamente y, por tanto, aliviarán los síntomas de la enfermedad. Aplicar quimioterapia para tratar el cáncer es el ejemplo perfecto de la práctica de la medicina orientada a la enfermedad.
La práctica médica orientada al paciente desarrolla sus métodos de curación buscando todo lo posible para optimizar la buena salud de determinada persona. Un enfoque como éste, también definido como «medicina funcional» por el educador profesional en ciencias de la salud Jeffrey Bland (doctor) de Gig Harbour (Washington), exige decisiones basadas en valoraciones realizadas por médicos holísticos, quiroprácticos, homeópatas, naturópatas, acupuntores, algunos enfermeros, nutricionistas y otros tipos de profesionales. También requiere la participación personal y firme por parte de los propios pacientes. El médico dedica frecuentemente tiempo tanto la educación del paciente como a la administración del tratamiento. Incluso aunque el paciente sólo padezca síntomas subclínicos, tal y como manifestarían las pruebas de laboratorio con unos resultados irregulares, en la medicina centrada en el paciente se llevan a cabo esfuerzos para conseguir tres respuestas fisiológicas específicas:
1. Equilibrar la bioquímica de la persona.
2. Mejorar el funcionamiento de un sistema inmunológico suprimido.
3. Corregir el mal funcionamiento de los órganos esenciales.
Recetar el remedio homeopático correcto es un ejemplo perfecto de la práctica de la medicina centrada en el paciente.
La terapia Gerson es otro ejemplo de cómo uno puede poner en práctica la medicina centrada en el paciente. Es la mejor para el cuidado de la salud a modo de autoayuda, especialmente para la reversión de enfermedades degenerativas realmente graves. La terapia Gerson usa fundamentalmente la nutrición para conseguir los tres componentes de la medicina holística, la biológica y la orientada hacia el paciente. Es el no va más en la curación natural y resulta un poderoso antídoto contra el enormemente antinatural estilo de vida que prevalece en todas las sociedades industrializadas actuales.
En las siguientes secciones de este capítulo aportamos una discusión general sobre los cambios patológicos en el interior de los tejidos y las células normalmente presentes en los casos de cáncer. Y la descripción
de tales alteraciones con respecto a la fisiología normal nos permitirá obtener conocimientos sobre las anomalías presentes en algunas de las otras enfermedades degenerativas.
Desde la primera vez que la introdujo alrededor de 1926, no ha habido lugar en la medicina alopática para la poderosa terapia nutricional curativa del doctor Max Gerson. Por ejemplo, entre los cuatro votos decisivos de los legisladores para derrotar la propuesta de ley anticáncer núm. 1875 de Pepper-Neely del Senado de EE.UU. de 1946, los que votaron en contra eran cuatro médicos que se habían convertido en senadores. En esa época, tratar a la gente con una dieta para eliminar las enfermedades degenerativas era, simpemente, algo demasiado simple. Hacerlo acababa con buena parte del poder que conllevaba la toma de decisiones para la profesión médica. Como consecuencia de ello, esos cuatro médicos que eran senadores de EE.UU. en esa época votaron borrar del mapa el proyecto de ley del senador Claude Pepper. Por tanto, los pacientes aquejados de cáncer tanto en aquella época como después se convirtieron en víctimas del voto con cortedad de miras en pro de unos intereses especiales.
El doctor Gerson perseveró y siguió salvando de la muerte a los enfermos que le consultaban. Ahora, más de cincuenta años después del fallecimiento de este pionero, su hija y el Gerson Institute prosiguen con su tarea de educar al público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario