Documento de posición de la campaña
“Yo No Quiero Transgénicos en Chile”
organizada por el
Movimiento por la Soberanía Alimentaria
1. Presentación
“Yo No Quiero Transgénicos en Chile” es una alianza de carácter horizontal que articula redes sociales y ambientales así como a independientes, organizaciones no gubernamentales, comunidades e instituciones que trabajan por una agricultura, ganadería, acuicultura y alimentación sanas y seguras. Por tanto, promovemos la participación y la información de la ciudadanía y la sociedad civil organizada para impedir la introducción de transgénicos y defender el derecho a alimentos, forraje, cultivos, ganado y peces, libres de transgénicos, OVMs según la denominación del SAG y el proyecto del ejecutivo (año 2011) de introducción de transgénicos.
2.- El problema
Los organismos genéticamente modificados o “transgénicos”, son aquellos a los cuales se les ha introducido mediante técnicas de la biotecnología (ingeniería genética) genes de otras especies (animales, vegetales, bacterias) creando organismos que nunca antes han existido en la naturaleza y no puede predecirse cómo interactuarán con los ecosistemas ni cuáles serán las consecuencias de su liberación en el ambiente.
Las mismas corporaciones transnacionales que se beneficiaron de la “Revolución Verde” y masificaron el uso de agrotóxicos químicos (fertilizantes y plaguicidas*) promueven ahora la “Revolución Genética” en la agricultura, basada en el uso de cultivos “transgénicos” patentados por estas compañías. Con la ingeniería genética se han creado cultivos capaces de tolerar herbicidas producidos por las mismas transnacionales, con lo que aumenta el uso de estos agrotóxicos que contaminan el ambiente en beneficio de las compañías que venden semillas y herbicidas patentados (por ej. Roundup, 2,4 D ). También han creado “cultivos transgénicos plaguicidas” resistentes a plagas, capaces de producir toxinas insecticidas en la misma planta, que afectan tanto a los insectos plaga como a los insectos benéficos. Disminuye así la biodiversidad y aumenta la presencia de plaguicidas en la agricultura y en el ambiente. Además, estudios científicos y experiencias de campo demuestran que los cultivos transgénicos no poseen un rendimiento más alto que los cultivos naturales, son más contaminantes e introducen nuevos riesgos para la salud y el ambiente.
La expansión de siembras transgénicas en el país inevitablemente provocará contaminación genética de otros cultivos y stocks de semillas, como ya ha ocurrido en menor escala en años anteriores como resultado de la existencia de semilleros de semilla transgénica de exportación. Una vez que Chile adquiera fama de país contaminado genéticamente, sus posibilidades de competir y exportar productos agropecuarios de alto valor, como frutas, vinos, aceitunas o miel disminuirán drásticamente. Las normas de la Unión Europea y otros países, impedirían o dificultarían enormemente la exportación de productos orgánicos por parte de un Chile contaminado con transgénicos. La agricultura orgánica, que muestra tendencias de crecimiento tanto en la extensión de sus cultivos como en la demanda de sus productos, se vería seriamente afectada.
Monsanto, la principal beneficiada con el proyecto oficial sobre transgénicos, es una empresa monopólica que concentra las mayores ventas de semillas transgénicas y ha fomentadosistemáticamente la contaminación genética mediante diversos métodos, incluso a través del incumplimiento de normas legales, la llamada “puerta giratoria” y la corrupción. Monsanto se caracteriza también por imponer contratos de producción abusivos y por perseguir judicialmente por producción ilegal de cultivos transgénicos a cientos de agricultores que han resultado injustamente contaminados.
La expansión de los cultivos transgénicos en otros países ha significado
- pérdida de empleos en el sector agrícola y la expansión de la pobreza rural,
- pérdida de biodiversidad y variedades locales
- destrucción de la forma de vida de las familias campesinas, y el consiguiente abandono del campo.
- pérdida de soberanía alimentaria
- recrudecimiento de las intoxicaciones agudas y crónicas por exposición a plaguicida
- muerte de niños y adultos avecindados en áreas vecinas a plantaciones de transgénicos fumigadas con plaguicidas
- aumento significativo de malformaciones congénitas en bebés que nacen en familias sistemáticamente expuestas a estas fumigaciones aéreas con plaguicidas tóxicos.
Las transnacionales productoras de transgénicos han logrado imponer los transgénicos sin presentar ningún estudio que demuestre su inocuidad para las personas o el medio ambiente. Por el contrario, las grandes empresas biotecnológicas han utilizado todo tipo de presiones para efectivamente bloquear la investigación al respecto y reprimir despiadadamente a quienes se han atrevido a presentar resultados iniciales altamente alarmantes, a partir de estudios desarrollados con animales de laboratorio alimentados con transgénicos.
Al consumir productos transgénicos estamos consumiendo proteínas alteradas y sustancias que el ser humano no había consumido hasta ahora, cuyos efectos sólo veremos en las próximas décadas. Asegurar que la aparente ausencia de efectos inmediatos visibles (agudos) indica inocuidad, contradice el método científico y la experiencia histórica en salud pública. En Chile tampoco existen evaluaciones para los alimentos transgénicos importados y distribuidos en el país o para los ingredientes usados en su elaboración.
La agricultura transgénica, presentada como un avance es una trampa que:
- Consolida aún más el control de las transnacionales como Monsanto, Syngenta, Bayer, Dupont/Pioneer, Dow sobre el sistema agroalimentario y socava la soberanía alimentaria.
- Agudiza la crisis ambiental generando pérdida de nutrientes del suelo, erosión, deforestación, potencial desertificación y la desaparición de especies nativas afectando la biodiversidad.
- Contamina genéticamente otros cultivos- convencionales y orgánicos- en forma irreversible e imposible de controlar. Se pierden para siempre cultivos tradicionales libres de transgénicos, junto con la opción y el derecho a consumir alimentos no transgénicos.
- Genera pérdida de recursos fitogenéticos por la introducción y el uso de variedades modernas y uniformes en lugar de las variedades tradicionales, nativas o locales. Se trata de pérdida entre población de una misma especie (erosión genética).
- Introduce nuevos riesgos para el ambiente y para la salud.
- Aumenta el desempleo debido a que es altamente mecanizada y expulsa a trabajadores y pequeños y medianos agricultores de sus tierras.
- Incluye la introducción de los farmocultivos, o cultivos que producen drogas. Si tales cultivos llegan a introducirse en el país, no sólo contaminarán genéticamente a los cultivos parientes y la cadena de consumo humano sino que además arruinarán la producción de alimentos y las exportaciones agrícolas chilenas.
3. La posición de la campaña “Yo no quiero transgénicos”
Consideramos que:
· La coexistencia de la agricultura ecológica y la convencional con la agricultura transgénica no es factible, debido al daño comprobado por contaminación genética.
· Para Chile, promover la existencia de zonas libres de transgénicos como medida de mitigación es aceptar zonas con transgénicos, y áreas que serán inevitablemente contaminadas, entre otros factores debido a variables incontrolables como la polinización, los vientos y las características geográficas de nuestro país, una franja larga y angosta de tierra.
· La “equivalencia sustancial” entre alimentos transgénicos y convencionales no es un concepto científico ni legal sino un invento comercial de Monsanto para evitar evaluaciones toxicológicas e impedir el etiquetado de los alimentos transgénicos.
· La agricultura transgénica profundiza el modelo agrícola industrial insustentable y añade nuevos riesgos incontrolables e irreversibles para la salud y el ambiente.
· Al contrario de lo que afirman las corporaciones transnacionales que desarrollan los transgénicos, las cifras demuestran que esos cultivos no resuelven el problema del hambre ni del uso de plaguicidas.
· El cultivo de transgénicos tolerantes a herbicidas aumenta la utilización de herbicidas. Asimismo, la continua acción insecticida del bacilus thuringiensis (Bt) desde dentro de los cultivos insecticidas, acelera el proceso de adaptación de los insectos que pronto desarrollan resistencia al Bt. Debido a ello y a la existencia de insectos no controlados por el Bt, el agricultor debe usar plaguicidas aun más tóxicos.
· Tanto la experiencia de campo como diversos estudios científicos dan cuenta de los graves problemas a la salud de las poblaciones campesinas expuestas a los plaguicidas asociados a los cultivos transgénicos.
· Un número creciente de publicaciones científicas sugiere una relación causal entre el consumo de alimentos transgénicos y daños a la salud.
· El derecho de las generaciones actuales y futuras a una alimentación no transgénica es inviolable.
· El derecho de los campesinos e indígenas a preservar, multiplicar e intercambiar sus semillas, que forman parte de su patrimonio al servicio de la humanidad, es un derecho humano inviolable.
Por todo lo anterior afirmamos que:
· La agricultura transgénica consolida aún más el control de las transnacionales a través del monopolio de la semilla y la dependencia de los agricultores que deben comprar la semilla cada año, generándose alzas en el precio de los alimentos e impidiendo avances hacia el logro de la soberanía y la seguridad alimentaria de Chile.
· Es preciso promover una agricultura sostenible, no contaminante y conservar la diversidad de cultivos, culturas y agrosistemas.
· Los cultivos transgénicos no son necesarios ni para la agricultura ni para la alimentación.
4. Las demandas de la campaña “Yo no quiero transgénicos”
En aplicación del Principio de Precaución, con la finalidad de proteger la salud humana, el ambiente, y para defender el derecho y la opción a una alimentación libre de transgénicos la campaña “Yo no quiero transgénicos “ exige:
· Moratoria indefinida a la liberación al ambiente de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) y del uso de OGMs, sus derivados y productos que los contengan en la alimentación y la agricultura.
· Etiquetado obligatorio de productos importados y nacionales disponibles actualmente en el mercado que contengan transgénicos. La elaboración e implementación de una rotulación para productos genéticamente alterados, debe basarse en las normas fijadas por el Protocolo de Bioseguridad, garantizando al consumidor la información a la cual tiene legítimo derecho según las normas del propio sistema de libre mercado imperante.
· Transparencia e información sobre la ubicación exacta de los cultivos transgénicos de exportación existentes en la actualidad.
· Establecimiento de leyes y regulaciones que garanticen la bioseguridad en la aplicación de otros campos de la biotecnología diferentes a los cultivos transgénicos y los derechos a una agricultura, ganadería, acuicultura y alimentación no transgénica.
· Rechazo al Convenio UPOV 91 y al proyecto de ley que posibilita la obtención de un registro de obtentor vegetal –una especie de patente- para todas las semillas campesinas y nativas y que prohíbe el intercambio de semillas y el derecho de los campesinos a guardar el producto de su cosecha.
· Apoyo decidido a la preservación de la biodiversidad y de las variedades locales de semillas a través de los sistemas gestionados por las organizaciones de campesinos e indígenas y comunidades y el impulso de la vinculación del INIA con las comunidades campesinas e indígenas que les permita defenderse de la biopiratería de las trasnacionales.
· La defensa de la soberanía alimentaria con la promoción y recuperación de prácticas como el intercambio de semillas, los métodos agroecológicos y las tecnologías tradicionales, que aseguren la conservación de la biodiversidad y el respeto de la diversidad productiva y cultural.
(*) Plaguicidas: Cualquier sustancia o mezcla de sustancias químicas biocidas destinadas a destruir y/o controlar plagas, enfermedades o vegetales. Las categorías mayores son: insecticidas, fungicidas y herbicidas.
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