viernes, 21 de septiembre de 2012

Autopistas para bicicletas ¿una buena idea?


Por:ecologíablog

Imaginaos una autopista exclusiva para bicicletas, completamente separada el tráfico automotor. ¿Os parecería seguro circular por ella? Ésta cuestión está siendo discutida en Melbourne, Australia, a raíz de la propuesta de construir tal autopista por encima de una transitada calle de la ciudad, anexa a un viaducto ferroviario elevado, es decir, segregada. La idea, bautizada Veloway, sigue los pasos de otras propuestas similares, como el VeloCity en Toronto, Canadá, y el Skycycle de Londres. Las ventajas de una vía exclusiva para bicicletas parecen evidentes en lo que a la seguridad se refiere, tanto para ciclistas como para conductores de coches y peatones. Básicamente, reside en mantener a unos alejados de los otros todo lo posible.
Con respecto a todas las otras posibles consecuencias de segregar la circulación ciclista hay opiniones encontradas. Los pros y contras no son exclusivos para el proyecto de Melbourne sino que pueden ser extrapolados a cualquier ciudad en la que se pretenda n proyecto de este tipo. Alan Davies, del blog The Urbanist, cita en contra razones prácticas.
Por una parte está el impacto visual que tendría la infraestructura y su efecto sobre las construcciones adyacentes. Por otra, el costo de una autopista en comparación con el costo de una red densa de carriles separados pero sobre la vía de los coches. En mi opinión, ambas cosas estarían justificadas si el número de personas que usa a diario la bicicleta para moverse por la ciudad es significativo, tal y como debe haber sucedido en su momento con las autopistas para coches (tomando en cuenta que las bicicletas genera menos ruido y cero contaminación). Dicho esto, una red de carriles bien separados que conecte zonas clave de la ciudad me parece más práctico.
Se me ocurre otra arista: el apoyo del público no ciclista. Pues bien, hay muchas ciudades del mundo en las que la bicicleta como medio de transporte masivo ya está más que instaurada en la sociedad y es poco probable que haya una oposición fehaciente a cualquier propuesta que pretenda mejorar el tráfico. Por otra parte, puedo imaginarme a parte de la ciudadanía de, por ejemplo, Barcelona, poniendo el grito en el cielo ante la posibilidad de que se invierta tanto dinero o se altere el paisaje urbano para crear una vía para un medio de transporte que todavía se percibe sobre todo como de ocio.
Fotografía | mindfrieze

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