Ayer se organizó en más de 100 ciudades una jornada de protesta contra la transnacional Monsanto. Crónica de una jornada auspiciosa.
Córdoba, Tucumán, Rosario, Bahía Blanca y Buenos Aires fueron las sedes en Argentina. Las oficinas de la principal productora mundial de herbicidas y semillas transgénicas, entre otros OMG (organismos genéticamente modificados), ubicadas en la calle Maipú al 1210, enfrente de Plaza San Martín, fueron el enclave de la protesta en la ciudad porteña.
Bajo la consigna “Fuera Monsanto”, más de 400 manifestantes realizaron pintadas y bloquearon la entrada de las oficinas de Maipú, custodiados por un puñado de efectivos policiales que poco trabajo tuvieron, ya que la protesta nunca abandonó su clave pacífica.
Con casi nula presencia de banderas partidarias, Luis Zamora, dirigente de Autodeterminación y Libertad, acudió a la jornada y dio su testimonio a plazademayo.com: “Esto me parece un paso muy importante, porque es de los primeros que se empiezan a dar. Porque en Argentina Monsanto y la soja son cosas que o no se conocen, o si se las conoce, se las cree beneficiosas… Que comiencen a escucharse protestas contra la presencia de Monsanto en Argentina y el rol de la soja es muy bueno. Además Monsanto es prenda de unidad de todos los sectores empresarios, sea Clarín, sea Cristina Fernández, sea quien sea, todos saben que es clave para ellos, así como es perjudicial para el pueblo argentino. Y esto afecta a toda la región, en Brasil la soja está logrando desplazar a la burguesía de San Pablo, que es muy poderosa. La cuestión de la Soberanía Alimentaria es crucial para el debate de los pueblos, y el gobierno se vanagloria de sus acuerdos con Monsanto, y hay que lograr desnudar eso, que nadie se pueda vanagloriar de eso, o que paguen muy caro hacerlo.”
Por su parte, Carlos Vicente, miembro de la ONG Grain, declaró hace pocos días: “Es muy claro que el gobierno argentino vuelve a hacer una alianza estratégica con Monsanto a partir del momento en que CFK anuncia su nuevo desembarco en Argentina con la planta de maíz en Córdoba desde New York. Eso más la aprobación de la soja rr2 Intacta y el anuncio del Proyecto para una nueva Ley de Semillas que fortalezca aún más el monopolio sobre las semillas para las corporaciones demuestra que hay una decisión política de entrega de nuestra soberanía que afecta gravemente nuestras posibilidades de autonomía en materia agrícola y profundiza la esclavitud frente a las corporaciones.”*
Cerca de las 19 horas, la movilización marchó hacia Avenida Libertador y la cortó de punta a punta durante 15 minutos. “¡¿Qué carajo es Monsanto?!”, preguntaban furiosos los automovilistas gangrenados en los semáforos, que por cierto no entendían el motivo del reclamo. Es que el ítem “Monsanto y la soja” seguramente no figuró en el sumario de las cacerolas que sonaron el jueves pasado; así como también es tema tabú, entre los que apoyan al gobierno, la estrecha responsabilidad del mismo en la sistemática expansión del monocultivo sojero y el agronegocio que éste implica: si ayer fue a Retiro algún progresista oficialista para expiar culpas, seguramente se cuidó de llevar maquillaje.
A pesar de todo, los manifestantes hicieron flamear sus banderas, carteles y cantos: “Hermano, latino, no sea indiferente, echemos a Monsanto que asesina a nuestra gente”, se escuchó. “Sembremos conciencia, sembremos orgánico” decía un cartel. Otro, más explícito, rezaba: “Mientras Cris y Mauri se guiñan el ojo, Monsanto nos quita todo”. Pero el percutor y decidido “Fuera Monsanto”, acompañado de tambores y aplausos, fue el mensaje que predominó mientras la manifestación estuvo estacionada sobre el asfalto de Avenida Libertador.
Según el parecer de este cronista, el repudio a la maléfica Monsanto y la impugnación del monocultivo sojero es una causa justa pero aún verde, inmadura. Si la relegada cuestión de la Soberanía Alimentaria no es tematizada en tanto cuestión nacional, si no se la piensa junto a una alternativa productiva que revolucione las miserias del vigente modelo, no pasará de ser una intachable bandera verde, en un sentido quizá injustamente peyorativo, pero políticamente realista.
*Entrevista realizada por Tomás Astelarra para el colectivo Marcha, publicada el lunes 17 de septiembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario