Por: 20minutos.es
Hoy quiero hablaros, amigos míos, de un programa de los que te ponen en un brete.
Sí, porque por un lado te dan una envidia cochina de la que crea afición y por otro lado no puedes sino maravillarte de lo que se puede llegar a cerdear con la comida.
Crónicas Carnívoras (Man vs. Food), de la Fox es un programa en el que un tipo (que morirá pronto de un infarto) recorre Estados Unidos comiéndose los platos más animales y más calóricos que encuentra.
Os hablo de cosas que harían vomitar a una cabra. De bocadillos, sándwiches y carnes que harían palidecer a Falete. De cerdadas tales que se podrían usar como argamasa para levantar catedrales.
Y claro, por un lado piensas, “jo, que tío más cerdo, que comida más puerca, no le salva del infarto ni San Danacol”.
Pero por otro lado piensas “joder, qué bueno tiene que estar eso, debe ser como arrimarle la cebolleta a una mantis: sí, puede que luego me arranque la cabeza, pero que me quiten lo bailao”.
Y es que este programa lo deberían investigar los antropólogos (y los forenses) porque es el último vestigio que queda sobre la faz de la tierra de nuestro instinto cazador. No se puede devorar así la carne si no se está pensando en matar a bocados a un mamut.
Y es que este tipo le da a todo, incluso a la hamburguesa más grande del mundo, que os digo ya que tenía una pinta de podredumbre incomible como zapato sin hervir.
También es un suicida. Porque claro, hosteleros responsables de todo EE UU ven con gracia y salero el hecho de que el protagonista vea la luz al final del túnel y a Carol Anne llamándole hacia la muerte después de probar su comida. Y se dan a ello con ahínco, por ejemplo poniéndole unas alitas tan picantes que podrían matar a un león con sólo olerlas.
Al final, yo sólo puedo pensar en este muchacho y en el momento en que sus padres le pregunten “hijo, ¿tienes trabajo?” y él diga, “sí, como”. Y pienso en el día en que tenga hijos y la madre, desconsolada, se tenga que acercar a ellos para decirles “a vuestro padre lo ha matado una salchicha”.
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