miércoles, 12 de septiembre de 2012

La siesta, una buena costumbre

Publicado por: Julia Maselli

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Esa pausa del mediodía, un breve descanso después del almuerzo, es excelente para reponer energías y preparar el organismo para desempeñar con eficiencia las actividades que le esperan durante el resto del día.
Veamos cuáles son los beneficios que aporta a nuestra salud realizar una pequeña siesta después del almuerzo.

Una sana costumbre que se ha perdido

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Esta sana costumbre era en otros tiempos observada con regularidad, pero en muchos lugares se ha perdido; la distribución de las horas del día impuesta por las modalidades actuales del trabajo sólo permiten hacer un alto para almorzar, muchas veces poco y mal, y enseguida volver a las tareas sin tiempo para el reposo.
Esto es lo que sucede especialmente en las grandes ciudades, ya que en el campo sobre todo, y también en los pueblos o ciudades pequeñas, sigue siendo habitual suspender todas las actividades por dos o tres horas para el almuerzo y la siesta.
En todo caso, si tu actividad laboral no lo permite, te aconsejo aprovechar los fines de semana o las vacaciones para dormir una buena siesta cada día; normalmente, es suficiente un lapso de entre media hora y una hora y media; no hace falta que te desvistas, si puedes acostarte mejor, si no basta con que estés sentado o reclinado en un sillón cómodo, para que puedas descabezar un sueñito, como suele decirse.
Y aunque no duermas, igual es bueno pasar un rato en reposo, tranquilo y relajado; un buen libro y un poco de música que te guste te pueden acompañar. El sueño de la siesta es liviano, no es un sueño profundo como el nocturno, y al levantarte te sentirás descansado y de buen humor; las preocupaciones o problemas que hayas tenido durante la mañana probablemente te parezcan ahora menos gravosos.
Muchos médicos recomiendan adquirir el hábito de la siesta, y también, en ciertos casos, una variante que es la canóniga, o sea tomarse un rato de reposo de aproximadamente una hora antes de comer. Se ha comprobado que esto favorece la recuperación en casos de desnutrición, además de permitirnos sentarnos a comer calmados.

Es mejor durante el verano

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Por lo general, la siesta se hace más necesaria en verano cuando el calor a mediodía es agobiante, en cambio en días muy fríos del invierno puede que no nos atraiga meternos en la cama para tener que levantarnos al poco rato; en ese caso la reemplazaremos por unos minutos de relajación en posición cómoda y en un ambiente calmo.
En la infancia, las horas de la siesta eran tradicionalmente el momento de las escapadas y travesuras, sobre todo cuando los mayores se hallaban entregados al reposo, y la literatura está llena de relatos que registran esas sabrosas aventuras. Quizá las horas del mediodía guarden cierta aura de misterio, como las de la medianoche.
¿Será por eso que todos los niños se niegan sistemáticamente a dormir la siesta? ¿Tú qué opinas?

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