viernes, 7 de septiembre de 2012

Pediatra e investigadora cuestiona que Salud haya liberado el maíz transgénico para consumo humano


Hay estudios científicos que demuestran que el herbicida que se le aplica facilita las malformaciones embrionarias, cánceres e intoxicaciones de la sangre. Ante esta controversia sobre su toxicidad, el ministerio debería haber privilegiado el principio precautorio de la salud, dijo Stela Benítez Leite.
Esta niña desarrolló una infección grave de la piel después de ser rociado por los aviones de fumigación. Fuente: lukemastin.comEsta niña desarrolló una infección grave de la piel después de ser rociado por los aviones de fumigación. Fuente: lukemastin.comUna mujer embarazada que vive en zonas de fumigaciones (principalmente con glifosato), hasta un radio de un kilómetro, tiene probabilidad de dar a luz bebés con malformaciones o tener un aborto espontáneo no deseado. Eso descubrió en su investigación Benítez Leite, luego de estudiar a varias madres en el Hospital Regional de Encarnación, ciudad cabecera del segundo departamento más sojero de Paraguay (1).
El embriólogo argentino Andrés Carrasco, tras 15 años de estudios, llegó a la conclusión de que el glifosato afecta el correcto funcionamiento del embrión humano, generando malformaciones en fetos. Las pruebas laboratoriales las hizo en animales que tienen la misma "mecánica de desarrollo embrionario y regulación genética" (2).
El investigador es el jefe del Laboratorio de Embriología Molecular del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Ténicas (CONICET) de Argentina y su trabajo lo publicó en la revista estadounidense Chemical Research in Toxicology (Investigación Química en Toxicología) (3).
Hace dos semanas en Argentina dieron medidas preventivas de prisión a un piloto fumigador y un productor sojero del barrio Ituzaingó anexo de la ciudad de Córdoba. Las pulverizaciones que hacían en sus campos sojeros -con glifosato y endosulfán- generaron muertes, 193 casos de cáncer y en un momento, de cada 10 niños/as del barrio, 9 tenían estos químicos en la sangre.
El fiscal investigador prometió que una vez terminada la primera parte del juicio, pediría que las autoridades sanitarias argentinas sometan a una revisión general la clasificación toxicológica de ambos agroquímicos. El glifosato actualmente figura como "moderadamente tóxico" en dicha categorización, a pesar de estar relacionado a la muerte de varias personas.

Maíz transgénico apto para comer

A pesar de estos y otros antecedentes en el mundo sanitario y científico de nuestros países, el ministro de Salud del gobierno de facto, Antonio Arbo, decidió firmar una resolución que declaraba que el maíz VT Triple Pro es apto para consumo humano, a principios de agosto. El cultivo pertenece a la empresa estadounidense Monsanto y tiene triple tecnología transgénica: protección aérea y subterránea a través de un insecticida incorporado a la planta y es resistente al herbicida glifosato.
Esta plantita de maíz está preparada para que, cuando el productor necesite eliminar las malezas que crecen alrededor, pueda derramar el glifosato en la parcela y con eso mata todo, menos el maíz, como decíamos, resistente a la sustancia. Esta misma tecnología tiene la soja transgénica cultivada en nuestro país y que genera tantos conflictos entre productores sojeros y comunidades humanas.
Algunos ejemplos mencionables son la muerte del niño Silvino Talavera(2005) y del joven agricultor Rubén Portillo (2011), y cantidades de denuncias de organizaciones campesinas y urbanas de toda Sudamérica que plantean esta realidad como un problema de salud pública en nuestros países.

Consecuencias por fumigación y por consumo

En contraste con lo que afirma el ministerio, la doctora Benítez Leite afirma que el uso del glifosato en la alimentación y su toxicidad está aún en controversia en el mundo científico. Esto quiere decir que un sector de científicos, algunos de ellos cercanos a intereses corporativos, sostiene que la sustancia no es dañina para la salud, mientras que otro sector dice lo contrario y presenta sus pruebas científicas, como los estudios mencionados y otros más.
Cuando existe duda, interrogantes, cuando los estudios no son concluyentes, cuando existen investigaciones que hablan de daños a la salud humana, cualquier ministerio debería de garantizar que esa duda beneficie a la población y no a las empresas y corporaciones, afirmó Benítez. Es lo que se llama el principio precautorio de la salud.
Hasta ahora este artículo repasó solamente estudios de daños a la salud a través de las pulverizaciones. Sin embargo, hay estudios que hallaron que los agroquímicos también se trasmiten a través de los alimentos hasta nuestro plato de comida, y finalmente nuestro organismo.
Benítez Leite mencionó la investigación realizada por Aziz Aris y Samuel Leblanc, del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Universidad y Hospital de Sherbrooke, Quebec, Canadá. En ella se analizó la influencia del glifosato, el glufosinato (herbicidas) y la toxina Bt(bioinsecticida) utilizados en alimentos transgénicos.
El estudio, que analizó a mujeres embarazadas y no embarazadas, concluyó que estas tres sustancias pueden llegar a través de los alimentos hasta la sangre de las personas y los fetos. Previamente la pesquisa seleccionó sólo mujeres que no tenían contacto con campos fumigados o ningún familiar suyo, explicó la doctora Benítez Leite.
El trabajo se llama "Maternal and fetal exposure to pesticides associated to genetically modified foods in Eastern Townships of Quebec, Canada" (Exposición maternal y del feto a los pesticidas asociados a los alimentos genéticamente modificados en distritos del Este de Quebec, Canadá), y se publicó en abril de 2011 en la revista "Reproductive Toxicology" (4).

Salud Pública, información no pública

Hasta hoy en día el Ministerio de Salud no hizo públicos sus estudios que le llevaron a declarar que el maíz transgénico (que utiliza glifosato) es apto para el consumo humano. Esto a pesar de varios pedidos formales acercados por ONG ambientalistas.
Todavía es más grave la situación si seguimos escuchando la voz de la investigadora, que explica que con el glifosato se usan sustancias complementarias, como el polioxietileno amina (POEA), que optimiza su penetración en las plantas. Y que estas prácticas agronómicas –muchas veces clandestinas- no son tenidas en cuenta en los estudios de inocuidad alimentaria.
Cuando se le preguntó cómo la comunidad de médicos/a de Paraguay recibió la noticia de la liberación del maíz transgénico, Benítez Leite dijo que estas informaciones se manejan muy poco en ese ámbito. "A mí me sorprendió desagradablemente la noticia, por la liviandad de los estudios y porque no hubo discusión ciudadana", agregó.
Fuentes:
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