martes, 11 de septiembre de 2012

Biografía de Hans Asperger


Paloma Baytelman
20 de noviembre de 2006 (MundoMedico)
Al cumplirse el centenario del nacimiento de Hans Asperger y el aniversario número 25 desde que la psiquiatra inglesa Lorna Wing publicara un estudio dando a conocer internacionalmente el trastorno, 2006 fue declarado como el Año Internacional del Síndrome de Asperger.
Recién en 1994 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría reconoció formalmente esta discapacidad como una subcategoría definida dentro de los trastornos generalizados del desarrollo, publicando estos criterios clínicos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-IV).

Talentos especiales

Tras estudiar medicina, Hans Asperger (1906–1980) comenzó a trabajar en la Clínica Pediátrica Universitaria de Viena, sintiéndose particularmente atraído por la práctica de la Pedagogía Curativa, disciplina que se venía desarrollando en esta institución desde 1918.
Precisamente en esta área elaboró su tesis doctoral que fue publicada en 1944. En su trabajo el médico describió a cuatro niños, entre seis y 11 años, que presentaban como característica común una marcada discapacidad dada por dificultades en la interacción social, pese a su aparente adecuación cognitiva y verbal, e introdujo el concepto de Psicopatía Autista de la Infancia, lo que más tarde se conocería como síndrome de Asperger.
Describió otros elementos de este patrón de comportamiento tales como carencia de empatía, poca capacidad para establecer amistades, generación de conversaciones unilaterales y movimientos corporales torpes. Situó la aparición de los síntomas entre los dos y tres años de edad y observó mayor proporción de varones que de mujeres. Asperger también se refería a ellos como los pequeños profesores, por su capacidad de hablar sobre su tema del favorito con gran detalle y profundidad.
Las críticas de la comunidad médica de la época no tardaron en llegar. Entre otras cosas se le acusó de basar sus estudios sólo en esos cuatro casos, restándole así credibilidad científica, lo que fue refutado por el profesor Günter Krämer, de Zurich, quien certificó que el trabajo de Asperger se basó en investigaciones sobre más de más de 400 individuos.
El doctor Asperger estaba convencido de que muchos de estos menores utilizarían sus talentos especiales en la edad adulta, por lo que siguió por años a uno de sus pacientes (Fritz V.), quién se convirtió en profesor de la astronomía, logrando resolver un error en el trabajo de Newton, que había descubierto cuando era niño. Precisamente esta perspectiva positiva de la patología es lo que distingue su descripción de autismo, de la que había desarrollado Leo Kanner en 1943.
Asperger partía de la premisa de que, pese a las importantes dificultades que generaban, estos niños tenían capacidad de adaptación si se les proporcionaba una orientación psicopedagógica adecuada. Por ello siguió desarrollando su trabajo en el ámbito de la Pedagogía Curativa, estrategia terapéutica que integra técnicas de educación especial en la práctica médica, sustentando todo ello en el trabajo de un equipo multidisciplinario formado por médicos, personal de enfermería, educadores y terapeutas.
Cuando se acercaba el fin de la Segunda Guerra Mundial, Hans Asperger abrió una escuela para los niños con psicopatía autista. Sin embargo, el establecimiento fue destruido durante un bombardeo en los últimos días del conflicto bélico, lo que significó la pérdida de buena parte del trabajo del médico, influyendo también en el retraso con que los científicos del mundo se enteraron de sus postulados.
Tras el conflicto y durante veinte años, Asperger asumió la dirección del departamento de pediatría de la Universidad de Viena, fue director del hospital de niños de esa ciudad y publicó más de 350 estudios en importantes revistas científicas.
El médico falleció en 1980 antes de que su definición de este patrón de comportamiento fuera reconocida por la comunidad científica internacional, debido parcialmente a que su trabajo se encontraba escrito mayoritariamente en alemán y con escasas traducciones.
De acuerdo con su biografía, lo que sin duda resulta interesante es que el propio Asperger durante su niñez manifestó rasgos de la psicopatía autista de la infancia, trastorno que el mismo describiría más tarde. De hecho se lo describe como un niño solitario, que tenía dificultad para hacer amigos, muy talentoso con el lenguaje y profundamente interesado en el poeta austriaco Franz Grillparzer, cuyos versos leía con insistencia sus compañeros de curso aunque éstos no estuvieran interesados en oírlo.
Justo un año después de la muerte del médico austriaco, desafiando el modelo de autismo previamente aceptado —descrito por Leo Kanner en 1943— la psiquiatra inglesa Lorna Wing fue la primera persona que utilizó el término síndrome de Asperger, al publicar el trabajo El síndrome de Asperger: un relato clínico en la revista Psychological Medicine. A partir de entonces se ha ido develando la importancia de este trastorno tanto por su elevada prevalencia como por la repercusión social que afecta a las personas que lo padecen.

Niños Asperger

La gente con Síndrome de Asperger percibe el mundo de modo diferente de todos los demás. Encuentran que las demás personas somos extraños y confusos y se preguntan: ¿por qué no decimos lo que queremos decir? ¿Por qué decimos tantas cosas que no queremos decir? ¿Por qué hacemos tan a menudo comentarios triviales que no significan nada en absoluto? ¿Por qué nos aburrimos e impacientamos cuando alguien con SA nos cuenta cientos de cosas apasionantes sobre horarios, números, diferentes variedades de verduras o sobre los movimientos de los planetas? ¿Por qué nos importan las jerarquías sociales? ¿Por qué no tratamos a todo el mundo del mismo modo? ¿Por qué tenemos relaciones emocionales tan complicadas? ¿Por qué mandamos y recibimos tantas señales sociales? Y, por encima de todo, ¿por qué somos tan ilógicos comparados con la gente con SA?, dijo en una entrevista la doctora Lorna Wing, refiriéndose a este trastorno que afecta aproximadamente a dos de cada 10,000 personas.
Se trata de una patología menos prevalente que el autismo clásico, que es diagnosticado en 10 de cada 10,000 individuos y, aunque su origen es desconocido, se cree que detrás de este síndrome existiría una alteración orgánica a nivel del sistema nervioso central.
Debido a su inteligencia relativamente normal y su lenguaje aparentemente adecuado para la edad, los niños con SA suelen identificarse más tardíamente que los niños autistas. De hecho, los menores diagnosticados con Síndrome de Asperger tienen una inteligencia normal, pero escasa interacción social y emocional. Sus patrones del habla son raros y la entonación al hablar es monocorde. Les resulta difícil interpretar las expresiones de la cara y entablar con sus compañeros relaciones apropiadas para la edad. Asimismo, se obsesionan por temas poco usuales y tienen conductas repetitivas. Debido a su modo pedante al hablar, los niños con SA suelen recibir el apelativo de sabelotodo.
Según los expertos, la identificación y el tratamiento tempranos del Síndrome de Asperger son claves para obtener estrategias terapéuticas exitosas en aspectos tales como el mejoramiento de la comunicación social y la autonomía.

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